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Excesivo Depardieu: de Bélgica a Rusia por el fisco y con la imagen muy tocada

La imagen que está dando el actor francés Gérard Depardieu, ruso desde este fin de semana aunque antes emigrase a Bélgica para no pagar al fisco francés y hoy llamado a declarar ante la Justicia francesa acusado de conducir bajo los efectos del alcohol, no le viene precisamente bien a su carrera y está llegando al esperpento.

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A.E.-AFP

Le va a hacer daño, porque esto ya parece hasta demasiado», dice Virginie Spies, profesora titular de la Universidad de Avignon y especialista en telerrealidad. «Hace dos o tres días, yo no habría dicho esto, pero después de lo de Rusia, su situación ante la opinión pública se ha complicado realmente», añade. Depardieu, uno de los monstruos sagrados del cine y la escena francesa, donde ha dado vida a personajes inolvidables como Cyrano o el conde de Montecristo, es conocido por su vida y reacciones excesivas... aunque, en esta ocasión, parece que ha ido demasiado lejos.

Recibido con gran pompa en Rusia, el actor, de 64 años, a quien el presidente Vladimir Putin acaba de conceder la ciudadanía rusa, fue recibido con los brazos abiertos el domingo en Mordovia, la víspera de la fiesta de Navidad ortodoxa. Putin y Depardieu cenaron juntos el sábado en la residencia presidencial rusa de Sotchi, sobre el Mar Negro, una cena a la que siguió una recepción grandiosa dedicada al actor en Saransk, capital de Mordovia, a 640 kilómetros de Moscú. La cosa llegó hasta el extremo de que las autoridades locales propusieron al actor francés el cargo de ministro de la cultura de la región, que es más conocida por la veintena de campos de prisioneros de la época estalinista que por sus atractivos turísticos.

«Tengo pasaporte ruso, pero yo soy francés y también tendré la doble nacionalidad belga», declaró ayer el intérprete al canal de noticias deportivas l'Equipe 21 en Zurich, a donde viajó para asistir a la gala del Balón de Oro -Depardieu es un todo un forofo del fútbol-. De hecho, lo suya sería más bien una triple nacionalidad y no doble. Depardieu negó, eso sí, que hubiera aceptado su nuevo pasaporte para «escapar al fisco»: «Si hubiera querido escapar del fisco, lo hubiera hecho hace mucho. Algunos se marcharon hace veinte años», añadió precisando que se veía a sí mismo como un ciudadanos del mundo.

Cuando anunció su «exilio fiscal» a Bélgica en reacción al anuncio de François Hollande de la aplicación de una tasa de un 75% sobre las grandes fortunas -compró una casa a finales del pasado año en Bélgica- la mayoría de los franceses (57%) reconocieron que tenían una «mala imagen» de Depardieu. La prensa del Hexágono reaccionó con tristeza y también con no poco cachondeo al cambio de nacionalidad del actor, sobre todo a la vista de la carta de agradecimiento público eque escribió, en la que alababa la «gran democracia» de Rusia.

Ahora, y tras sus nuevos «episodios» belga y ruso, la justicia francesa reaccionó ayer negándole de forma taxativa su petición para el aplazamiento de su comparecencia ante el Palacio de Justicia de París. Está acusado de conducir bajo los efectos del alcohol a finales de noviembre, lo que le podría suponerle una multa de 4.500 euros y hasta dos años de prisión.

¿La muerte de su hijo, la causa?

Según su abogado, Eric de Caumont, no se sabe si el actor comparecerá a este procedimiento, que se conoce como «declararse culpable», y que es una fórmula simplificada y alternativa a un juicio. Su inasistencia en teoría supondría que se fijaría una nueva fecha para que se presentara ante el tribunal correccional... lo que no sería precisamente bueno para su imagen ante la justicia.

«Actualmente el actor está totalmente desacreditado ante la opinión pública», dice Jean-Daniel Levy, uno de los responsables del instituto de sondeo Harris Interactive. «Mediáticamente, la cosa no se le plantea bien a Depardieu», agrega Virginie Spies. «Es difícil imaginarle en los platós de televisión promocionando una película. Las cadenas, que financian las películas, tienen muy en cuenta la imagen de los actores que contratan». Por contra, para el especialista cinematográfico Alain Grasset, una de las firmas estrellas del diario «Le Parisien/Aujourd'hui-en-France», nada de esto afectará a su carrera. «Siempre ha sido alguien excesivo. El ridículo no le mata. Y esto tampoco va a acabar con él profesionalmente», dice.

El actor tiene «multitud de proyectos de cine en perspectiva. Está muy solicitado. El cine no puede prescindir de él. Rueda del orden de cuatro o cinco películas por año, tanto de cine independiente como grandes producciones», explica Grasset, quien añade que «el público diferenciará entre el actor y el contribuyente». «Gerard es profundamente francés. La situación puede ser provisional. Se ve que él no se siente cómodo. Es evidemente que no se ha recuperado de la muerte de su hijo Guillaume, en octubre de 2008», continúa. Elisabeth Depardieu, exesposa del actor y madre de Guillaume, apoya esta opinión: «Es una persona que tiene tempestades dentro de sí, que es extremadamente infeliz, inconsolable y que intenta seguir viviendo», declararó a la radio RTL.

 

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