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COPA Octavos de final

El disgusto posterga el consuelo

Una goleada excesiva acaba con el periplo copero del Eibar. Los azulgranas prolongaron su sueño durante más de una hora, gracias al gol de Arroyo. Pero el Málaga remontó con dos goles en tres minutos y acabó sometiendo al cuadro armero a un inmerecido castigo.

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MÁLAGA 4

EIBAR 1

Amaia U. LASAGABASTER

Se acabó el viaje copero del Eibar. Un periplo extraordinario que le ha llevado a eliminar al Athletic, tener contra las cuerdas al Málaga y permitirse soñar con enfrentarse al Barcelona en cuartos. Pero esta vez se impuso la lógica y a los azulgranas no les queda otra que aferrarse al recurso habitual de los humildes, recordar con orgullo el papel que han protagonizado en esta edición de la Copa.

Un consuelo, con todo, que posiblemente no podrá ejercer todavía como tal. Un consuelo a medio plazo, postergado por el disgusto que se llevó anoche el cuadro guipuzcoano. Mayúsculo por su propia forma de encarar la competición. «No vamos a disfrutar, ni a hacer un buen papel, ni al nada que perder...; vamos a intentar pasar la eliminatoria», había asegurado Gaizka Garitano antes de viajar a Málaga, en un discurso similar al que utilizó antes de jugar en San Mamés. Reflejo de la mentalidad ambiciosa de un equipo que ha afrontado los choques frente a equipos de Primera como retos y no como premios. Disgusto también considerable por el abultado marcador con el que regresa el Eibar de La Rosaleda, donde la historia pudo ser diferente, donde el Málaga tuvo que emplear todos sus recursos, donde los armeros estuvieron clasificados durante algo más de una hora y donde solo en la recta final, con la eliminatoria ya decidida y el cuadro guipuzcoano roto, pudo el equipo de Manuel Pellegrini satisfacer a su aliviada parroquia con una goleada a todas luces excesiva.

Jugadores y aficionados eibarreses necesitarán su tiempo, horas, días o semanas, para digerirlo. Después, solo deberá quedar el orgullo. Y el recuerdo de las emociones vividas, que tampoco faltaron en La Rosaleda. Sobre todo cuando, con apenas once minutos transcurridos, un gol de Rubén Arroyo colocaba al Eibar en cuartos. Nadie lo habría imaginado. Más aún viendo que el Málaga se hacía con la posesión y la iniciativa -de forma más aparente que práctica- desde el pitido inicial. Pero el Eibar no se dejó avasallar. Rascó un córner en el seis, pisó con intención el área en el siete y mordió en el once, con un duro remate de Arruabarrena, que Kameni despejó defectuosamente y en corto y Arroyo convirtió en el 0-1.

Agobios y sueños

Tocaba soñar... y sufrir. Porque esta vez sí le tocaba achuchar al cuadro andaluz. Que lo hizo. Aunque la sensación de agobio en el área azulgrana no se debió tanto al juego del Málaga como a la peligrosa combinación de empuje rival y nervios propios. Sobre todo estos últimos, que se tradujeron en la incapacidad casi absoluta del Eibar para retener el balón y, lo que es peor, en la profusión de errores en zonas comprometidas que, a la postre, provocaron las mejores ocasiones del Málaga. Pese a lo cual los de Pellegrini necesitaron media hora para enviar su primer disparo entre los tres palos y tuvieron que esperar casi hasta el descanso para disfrutar de su primera ocasión clara de gol.

Los agobios del Eibar no desaparecieron tras el descanso, ante un Málaga que seguía empujando, ahora incluso con más claridad de ideas. Pero el tiempo, esos segundos que parecían semanas y esos minutos que parecían años, corrían del lado de los azulgranas, a los que le bastó, mediado el segundo tiempo, enlazar un par de tímidos estiramientos para empezar a darle otro aire el partido. Curiosa y lamentablemente, fue el principio del fin. Un suspiro después de que Arruabarrena se quedara con las ganas de rubricar esa tendencia al alza con el 0-2 -Kameni le robó de los pies un gran contragolpe-, llegó el doble golpe del Málaga, que en apenas tres minutos volteaba el marcador con los goles de Buonanotte y Seba Fernández. Si hubiera justicia en el fútbol el partido se habría acabado ahí, ahorrando a un Eibar castigado física y anímicamente -más aún con la expulsión de Guille Roldán- un palo tan duro como inmerecido.

«El equipo se va con la cabeza alta»

Dolido por la eliminación y la contundencia del resultado, pero el Eibar regresa a casa orgulloso por el papel realizado, tanto en La Rosaleda como en su trayectoria copera en conjunto.

«Estoy orgulloso del trabajo de mis jugadores, tanto en Ipurua como aquí -subrayó Gaizka Garitano-. Hemos estado en la eliminatoria en todo momento, la hemos disputado. Al final, no hemos podido aguantar ese último cuarto de hora, pero dada la diferencia de categoría, de equipo, creo que hemos hecho dos partidos más que dignos».

Y en los que el Eibar estuvo muy cerca de la clasificación. «Sí, hemos tenido contra las cuerdas a un equipo de Champions, hemos estado muy cerquita, pero al final la calidad del Málaga se ha impuesto», admitió el míster armero, que confía en los réditos que pueda dejar este periplo copero a su equipo. «Creo que es enriquecedor competir contra estos equipos, en estos estadios. Te hace más futbolista, te curte a nivel individual y colectivo. Se tienen que llevar la experiencia y marcharse con la cabeza alta por lo que han hecho». GARA

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