El deshielo de las relaciones Fatah-Hamas parece más el resultado de eventos recientes que una voluntad inquebrantable de los líderes de ambas facciones. La unión completa entre quienes hasta hace poco se hacían la guerra y que hoy parecen cada día menos distanciados quizá no sea una realidad inminente. Pero los recientes acontecimientos son ciertamente esperanzadores y el clima de cordialidad mutua puede indicar que la unidad está más cerca que nunca. Aunque ideológicamente sean polos opuestos, y en el camino de la unidad las minas no estén enterradas y sean bien visibles, hay factores que no pueden ser obviados: la victoria diplomática en la ONU con el reconocimiento del Estado palestino, la elección de un presidente de los Hermanos Musulmanes en Egipto, la guerra israelí contra Gaza o la ausencia de ganancias netas en el moribundo «proceso de paz» palestino-israelí.

Abás y Meshal se han reunido con el presidente egipcio Morsi en otro acto de fuerte simbología. La unidad palestina es un deseo genuino del pueblo palestino, que trasciende partidos y grupos de resistencia. Colmar ese deseo, una obligación para los líderes de Palestina.