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Alvaro Reizabal | Abogado

A Bilbao hemos de ir

Bilbao se merece todo esto y mucho más. Por ejemplo, que el sábado se concentre allí la mayor marea humana de la historia de Euskal Herria reivindicando los derechos de sus presos

«No me gusta hablar de mi mismo», dijo con pasmosa agilidad, el hombre da la gran papada justo al inicio de una «entrevista» en la que solo se hablaba de él.

Algo parecido me pasa a mí, que no me gusta presumir, pero estas líneas van a ser la excepción que confirma la regla. Y como hace falta, voy y lo cuento. Sí, yo estudié la carrera en Bilbao, por lo que puede suponerse que, aunque donostiarra de toda la vida, he tenido el privilegio de vivir en el Botxo durante unos años.

Nunca he podido olvidar una anécdota ocurrida durante mi fructífera estancia en la Ciudad de la Luz (de Altos Hornos). Fue allá por los setenta. La prensa mundial de la capital bizkaina publicaba la foto, por supuesto en blanco y negro, de un coche que además de alcanzar los tropecientos kilómetros por hora, tenía un diseño futurista hasta entonces nunca visto y una serie de prestaciones impensables en aquello tiempos. Algo así como lo que luego se dio en llamar «El coche fantástico». El pie de foto daba cuenta de todas las virtudes del prototipo y concluía: «Ya merecía Bilbao un coche como éste». Y era verdad, merecía eso y más. Y hemos de decir que ese plus de merecimiento se ha colmado ahora: Azkuna ha sido nombrado mejor alcalde del mundo mundial.

Pienso que ha llegado la hora de organizar en los Carnavales ese magno desfile por la Gran Vía, que él mismo había prohibido, pero que la ocasión pide ahora a gritos: Azkuna en una gran carroza anticrisis, acompañado de las comparsas a las que tanto ama, todos ellos precedidos por Farolín y Zaranbolas y cerrando la comitiva Gorordo en su elefante engalanado para la ocasión. ¿Puede alguien, en su sano juicio, decir que Bilbao no merece algo como esto?

Parece que Carlos Urquijo piensa que ni Bilbao ni la comunidad autónoma vasca en su conjunto -lo que podríamos llamar el Gran Bilbao- merecen tener un senador como el amigo Goioaga. Le acusa de defender a presos de ETA. Si tenemos en cuenta que Iñako es abogado, el neogobernador civil pretende impedir su nombramiento porque ejerce su oficio. Seguro que, en cambio le parecen perfectamente designables los abogados que defienden a todos los miembros de su partido acusados de corrupción, que son legión. Añade que fue juzgado y absuelto (¡) y como argumento final que su nombramiento disgusta a las víctimas. En definitiva, quiere que las designaciones las lleven a cabo estas a su gusto y no el Parlamento al suyo.

Es insólito el poder de restringir los derechos ciudadanos que algunos les conceden. Basta con que no les agrade la celebración de una manifestación o un partido de fútbol de veteranos para que se dirijan a los tribunales pidiendo la prohibición de cualquier tipo de acto porque les ofende. Y no es eso.

Bilbao merece todo esto y mucho más. Por ejemplo, que el sábado se concentre allí la mayor marea humana de la historia de Euskal Herria reivindicando los derechos de sus presos. Doce de enero: ¡A Bilbao hemos de ir....!

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