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CRíTICA: «Jack Reacher»

Primer caso cinematográfico del detective de Lee Child

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Mikel INSAUSTI

Tom Cruise estrena nueva franquicia con una prometedora primera entrega, que contribuye al considerable cambio de imagen que viene imprimiendo a su carrera estelar de un tiempo a esta parte. Ya habíamos comprobado en «Tropic Thunder» y «Rock of Ages» una asombrosa capacidad de transformación, que le ha servido como cura de humildad de cara al papel principal que ahora acomete. En «Jack Reacher» el actor de Hollywood se muestra mucho más sobrio y contenido, sin rastro alguno de aquella sonrisa dentrífica con la que disimulaba la falta de centímetros para imponer su presencia física. Sucede que el personaje literario en el que se inspira es descrito por su autor como una musculosa mole humana, pero al ver la crecida caracterización de Cruise en la pantalla, el escritor inglés Jim Grant -que firma la serie de novelas policiacas protagonizadas por Jack Reacher con el seudónimo de Lee Child- ha reconocido que logra captar la esencia de ese tipo duro y desubicado.

Y si delante de la cámara Tom Cruise se desenvuelve cada vez mejor, en su faceta de productor hay que alabarle su sentido del riesgo, pues se atreve con un género que conoció su apogeo allá por la década de los 70. De «Misión imposible», que es una franquicia que se presta a la espectacularidad del cine de agentes secretos de ambiente cosmopolita, pasa con «Jack Reacher» a la contundencia del cine de acción policial más realista y que, en consecuencia, se presta menos al artificio y la pirotecnia.

Le honra haber confiado en el deductivo guionista de «Sospechosos habituales» Christopher McQuarrie, que dirige invocando al estilo genuino de clásicos del género como «Harry el Sucio» y «Bullitt». Del violento thriller de Don Siegel toma el cinismo con que el protagonista acomete las situaciones en las que la fuerza bruta se impone sobre su inteligencia detectivesca, y del actioner de Peter Yates toda la puesta en escena de las persecuciones automovilísticas, que aquí alcanzan su tensión gracias a la ambientación nocturna en las calles de Pittsburg.

 

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