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Raimundo Fitero

Cazatalentos

La relación de los políticos con las empresas privadas es uno de los desprecios éticos más evidentes. Se trata de hacer de la corrupción un acto de fe. Mires donde mires debes ponerte las gafas de 3-D porque las fotos movidas esconden siempre las pistas de un reguero de sinvergonzonería. Da lo mismo si es al centro, a la derecha o a la izquierda, siempre encuentras detalles que te mantienen en constante estado de alerta. Pero hay épocas en los que los datos y las pruebas son más que evidentes.

La última, hasta este preciso instante, es que Esperanza Aguirre deja su cargo de funcionaria pública, y se pasa a la empresa privada. Hasta aquí, incluso podríamos pensar que se trata de algo coherente con su afición privatizadora. Pero el chiste malo es que la ha fichado una empresa catalana, para que haga de cazatalentos en Madrid. Pero bien mirado, a lo mejor es un buen fichaje, porque si se miran a sus consocios de partido, algunos de los cuales han crecido a su sombra, se trata de grandes figuras del aprovechamiento de su cargo público para su lucro personal, tras la privatización de empresas o servicios.

Lo de ese jovencito de melena ondulada, que fue consejero de Sanidad en la Comunidad de Madrid cuando la presidía Esperanza Aguirre, que privatizó los servicios de análisis clínicos de diversos hospitales y ambulatorios madrileños, y que por arte de birlibirloque ha llegado la prestación externalizada de ese servicio a una empresa suiza por la que fue cazado como un talento por sus directivos es de libro. Este señorito, el tal Juan José Güemes, está casado con una hija de Carlos Fabra, el pirata de Castelló que está encausado en decenas de juicios por corrupción y que fue la que dijo aquella sentida expresión de pensamiento político democrático de «que se jodan».

Pues bien, justo ahora cuando se escriben estas líneas se sabe que abandona la empresa de marras, voluntariamente, es decir por presiones políticas sobrevenidas, pero su ejemplo cunde. Ya que se trata de subcontratas. Es decir se concede a una empresa aparentemente limpia y después se van cediendo los derechos a otras en las que están todos estos talentos que las cazan al vuelo.