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CRíTICA: «Nameless Gangster»

Ascenso y caída de las mafias de Busan en los años 80

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Mikel INSAUSTI

El cine de acción coreano nos tiene muy mal acostumbrados, y a sus nuevos realizadores siempre les exigimos lo máximo. El joven Yoon Yong-bin ha triunfado en su país con este tercer largometraje, pero «Nameless Gangster» no le sitúa todavía a la altura de los grandes como Bong Joon-ho, Park Chan-wook, Kim Ji-woon o Na Hong-jin. Intenta diferenciarse de sus colegas recogiendo influencias foráneas, especialmente de Martin Scorsese y sus apartaciones genéricas en «Uno de los nuestros» y «Casino». Se nota mucho en la utilización de canciones de los 80 dentro de la ambientación y en el modo en que esa música define al grupo violento, empezando por la uniformidad en el vestir, trajeados como vendedores de concesionario de coches asiáticos.

La impresión de que en «Nameless Gangster» el director no es la estrella viene dada también, porque la película la sostiene el emparejamiento estelar entre Choi Min-sik («Oldboy») y Ha Jung-woo («The Yellow Sea»), que se bastan con su divertida y dinámica presencia para mantener al público entrenido durante más de dos horas. Constituyen la típica alianza en la que el pan se junta con las ganas de comer, pues son tal para cual. El primero es un aduanero corrupto que conoce al jefe mafioso de turno en pleno auge del crimen organizado durante los años 80, y para controlar la actividad delictiva en Busan convence al segundo de que pertenecen al mismo clan familiar. Su auge se debe única y exclusivamente al empleo de la fuerza bruta, que no de la inteligencia. Todo ello está descrito con un humor tal vez demasiado ligero, pero que sirve para desdramatizar la violencia sangrienta. A la vez forma parte de una mirada retrospectiva con cierto aire nostálgico, en cuanto el relato es introducido a modo de gran «flash-back» desde un prólogo localizado en la década posterior. En dicha apertura se muestra cómo la decidida intervención política acaba con la ley de la calle hasta entoncés imperante, sirviéndose de las imágenes de noticieros de la época.

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