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Investidura para un segundo mandato

Obama: «La paz duradera no requiere de una guerra perpetua»

Barack Obama apeló ayer a la unidad y a la acción para reforzar los valores de libertad e igualdad en EEUU, en un discurso en el que prometió «coraje» en su política exterior para resolver «pacíficamente» las diferencias. «La seguridad y la paz duraderas no requieren de una guerra perpetua», subrayó.

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GARA | WASHINGTON

El presidente de EEUU, Barack Obama, prometió ayer en su discurso de investidura pública diplomacia para resolver las diferencias, dio la bienvenida a la inmigración y recordó como temas pendientes el control de armas, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la lucha contra el cambio climático.

Antes de su breve discurso de declaración de intenciones, de poco más de quince minutos, Obama juró su cargo para su segundo mandato sobre dos biblias, las de Abraham Lincoln y de Martin Luther King, frente al Capitolio y ante unas 800.000 personas -frente al millón y medio de hace cuatro años-. La víspera, 20 de enero -fecha para la investidura fijada en la Constitución, que especifica incluso que el mandato comienza a mediodía- juró el cargo en privado en la Casa Blanca, porque al ser domingo el acto público se aplaza al día siguiente. El juramento de Obama estuvo precedido por el de su vicepresidente, Joe Biden.

Obama encumbró los valores de los padres fundadores de EEUU como la libertad y la igualdad, para cuyo refuerzo apeló a la unidad y al cambio. «Cuando los tiempos cambian, nosotros también debemos hacerlo. La fidelidad a nuestros principios fundamentales exige nuevas respues- tas a los nuevos desafíos. Preservar nuestras libertades individuales requiere acciones colectivas», indicó.

El presidente prometió «coraje» para intentar resolver «pacíficamente» las diferencias con otros países, porque, a su juicio, el compromiso es más efectivo en las relaciones internacionales que «las sospechas y el miedo». Y aseguró que «apoyaremos la democracia de Asia a África, de las Américas al Medio Oriente», al tiempo que se arrogó -para su país- la «obligación de actuar en nombre de los que anhelan la libertad» y de «seguir siendo el ancla de fuertes alianzas en todos los rincones del mundo». Así, afirmó que ampliará «su capacidad para gestionar las crisis en el extranjero».

«Vamos a defender a nuestro pueblo y defender nuestros valores a través de la fuerza de nuestros brazos y del imperio de la ley», sostuvo.

«Nosotros, el pueblo, seguimos creyendo que la seguridad y la paz duraderas no requieren de una guerra perpetua», subrayó.

En su opinión, hoy en día la paz requiere del «constante avance de principios como la tolerancia y las oportunidades, la dignidad humana y la justicia». Y dijo que EEUU debe ser «una fuente de esperanza» para pobres, enfermos, marginados y víctimas de los prejuicios.

Obama aludió a las «posibilidades ilimitadas» de EEUU tras el final de «una década de guerra» y el inicio de la recuperación económica. «Ahora las decisiones están en nuestras manos y no podemos permitirnos un retraso».

En línea con sus intervenciones durante la campaña electoral del año pasado, mantuvo que la libertad no puede estar reservada «para los afortunados», ni la felicidad «para unos pocos», y agregó que la prosperidad de EEUU «debe residir en los amplios hombros de una clase media creciente».

Según Obama, este momento requiere «una nación que recompense el esfuerzo y la determinación de cada estadouni- dense», y que el país «no puede tener éxito cuando a un reducido grupo le va muy bien» mientras «el resto apenas puede arreglárselas».

Fin del viaje

Aseguró que el viaje que iniciaron los fundadores del país no concluirá «hasta que encontremos mejor forma de dar la bienvenida a los que luchan, los inmigrantes que aún ven EEUU como una tierra de oportunidades», en referencia a la reforma migratoria que ha prometido impulsar en su segundo mandato.

También citó entre los temas pendientes de la presente generación el matrimonio entre personas del mismo sexo y el control de las armas.

«Nuestro viaje no estará completo hasta que nuestros hermanos y hermanas gays sean tratados igual que cualquier otro por la ley», indicó el presidente.

«Nuestro viaje no estará completo hasta que nuestros niños, desde las calles de Detroit hasta los Apalaches y las tranquilas calles de Newtown sepan que están protegidos y siempre a salvo de cualquier daño», enfatizó.

No faltó tampoco la referencia al cambio climático, cuestión sobre la que había creado grandes expectativas hace cuatro años y que se convirtieron en una enorme decepción. Declaró su intención de actuar con firmeza para hacer frente al cambio climático, porque «no hacerlo sería una traición a nuestros hijos y a las generaciones futuras».

«Algunos todavía se niegan a aceptar el veredicto abrumador de la ciencia, pero no pueden huir del impacto devastador de los incontrolables incendios, las temibles sequías y las violentas tormentas», recalcó.

Como se esperaba, el discurso de Obama no incluyó propuestas concretas sobre los principales retos de su segundo mandato, algo que el presidente se reserva para su intervención anual sobre el Estado de la Unión ante el Congreso, programada para el próximo 12 de febrero.

El breve discurso en tono religioso con el que arrancó la ceremonia lo realizó, por primera vez en la historia, una mujer laica, Myrlie Evers-Williams, viuda de Megdar Evers, militante de los derechos civiles al que mataron hace cincuenta años en Misisipi. El acto público de investidura, celebrado en una ciudad blindada, concluyó con el canto del himno nacional estadounidense, entonado por Beyoncé.

críticas

El rapero Lupe Fiasco fue desalojado por personal de seguridad del escenario durante un festival para conmemorar la toma de posesión de Obama cuando interpretaba una canción antibelicista en la que criticaba la política del presidente.

Una larga, y fría, tradición estadounidense

La investidura de Barack Obama no eludió una de sus reglas: fue fría. Los termómetros marcaban solo 3 grados. En 1841, el presidente William Harrison ofreció un largo discurso sin abrigo y murió un mes después de neumonía. En el frío enero de 1985 (-14 grados) Ronald Reagan trasladó su juramento bajo la cúpula del Capitolio.

George Washington, el primer presidente de EEUU, juró su cargo en 1789 en Nueva York, pero desde que la capital se trasladara a Washington en 1800, la mayoría de mandatarios han sido investidos en el Capitolio, sede del Congreso. Desde 1981, todos los presidentes han elegido el lado oeste del Capitolio. GARA

La distancia se mide en dólares

La ceremonia pública de investidura de Barack Obama fue algo más modesta que la de hace cuatro años, aunque las donaciones, esta vez también de grandes corporaciones, determinarán quién saluda o baila junto al presidente de EEUU.

Se esperaba que un coste algo menor a los 53 millones de dólares de hace cuatro años, que marcaron un récord histórico de gasto y asistencia. La organización se marcó el objetivo de recaudar unos 50 millones. La factura se cubrirá con aportaciones de simpatizantes de Obama, que quieren ser testigos de un momento histórico, y, por primera vez, también con dinero de grandes corporaciones.

Tras el juramento público de Obama y su discurso de investidura, que puso fin a los festejos que comenzaron el sábado; el presidente se desplazó desde el Capitolio a la Casa Blanca.

Para no traicionar la austeridad que predica el Gobierno, el Comité para la Investidura Presidencial (PIC) redujo los bailes oficiales de los 10 organizados en 2009 a tan solo dos.

Los mejores puestos en estos actos de gala estaban reservados a quienes estuvieron dispuestos a pagar más de 250.000 dólares o a los representantes de corporaciones que donaron más de un millón de dólares.

Obama ha ignorado este año uno de sus principios, la prohibición de que grandes empresas cedan dinero al comité que gestiona la investidura. Esta vez no han existido escrúpulos y se ha eliminado el límite de 50.000 dólares a las donaciones individuales.

No obstante, mantuvo fuera del juego a los Comités de Acción Política, que recaudan fondos para lanzar campañas a favor de políticos o reformas legales, y de los grupos de interés que plagan Washington.

La relajación de las limitaciones, que Obama se había impuesto desde 2008, ha levantado las suspicacias de organizaciones como Public Citizen, que vigila los «flirteos» de dinero y poder en EEUU. En declaraciones a Efe, su presidente, Robert Weissman, criticó la «pobre» decisión de aceptar ese dinero, ya que esas corporaciones «no lo hacen por orgullo cívico, sino porque quieren algo a cambio».

Pese a que estas donaciones deben ser comunicadas a la Comisión Federal Electoral (FEC), la Fundación Sunlight cree que parte del dinero que no se gaste servirá para poner los cimientos de la biblioteca presidencial de Obama, que podría costar unos 500 millones de dólares. La ley no exige detallar a la FEC cómo se gastan los fondos para la investidura y no impone restricciones para el dinero que sobre. Jairo MEJÍA (Efe)

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