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Koldo CAMPOS Escritor

Tres fallos imperdonables

Algunos medios nos contaban la noticia. Un expresidiario portugués, Artur Baptista da Silva, nada más salir de la cárcel tras cumplir condena por falsificar cheques y documentos, decidió reinsertarse en la sociedad convirtiéndose en todo un economista, incluso con el aval de la ONU, de quien se decía experto.

Su innata capacidad para hablar mierda rápidamente le abrió las puertas de periódicos y canales de televisión en los que exhibir su depurada oratoria, así como de ilustres academias en las que pronunciar solemnes conferencias, cena incluida.

Armado de las imprescindibles tarjetas de presentación, de un informe económico que encontró en Internet, y avalado por un doctorado inexistente en Economía Social de la Milton Wisconsin University, cerrada hace 30 años, Baptista llegó a ser portada del semanario «Expresso» con motivo de una entrevista a doble página en relación a la crisis europea.

En la cárcel, quienes fueran sus compañeros, cuando lo veían en televisión disertando sobre las políticas económicas de austeridad que ahogaban al país, lamentaban no haber sabido aprovechar mejor tan ilustre compañía. Y así fue hasta que, descubierto el fraude, optó por abandonar su prometedora carrera y desaparecer.

Obviamente, cometió tres errores imperdonables. El primero, no haber hundido ninguna economía; el segundo, no haber pretendido sacar mayor provecho de sus títulos y labia, que la cena cada vez que impartía una charla; y el tercero, más grave todavía, no haber hecho valer su trayectoria para incoporarse como consejero asesor a Telefónica.