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Llorente y el futuro

Beñat ZARRABEITIA Periodista y socio del Athletic

Ayer se confirmó lo que era un secreto a voces, Fernando Llorente jugará las cuatro próximas temporadas -si la trituradora que es el conjunto bianconero así lo estima oportuno- en la Juventus. Con la publicación del acuerdo se cierra un capítulo que contará con su epílogo hasta mayo pero que ha convertido la temporada del Athletic en el foco de atención de toda clase de problemas, críticas externas y burlas.

La entidad de Ibaigane cuenta con 115 años de historia en la que multitud de futbolistas han vestido su camiseta y todavía quedan infinidad por hacerlo en el futuro. Por ello, entendiendo que Llorente es historia viva del Athletic por sus números, tampoco cabe ninguna duda de que la decepción que dejará al salir por la puerta de atrás emborrona su figura para el relato histórico futuro de su periplo como león. «He cumplido un sueño firmando por uno de los mejores equipos del mundo», declaró ayer en su web personal para referirse a su fichaje por la Juventus, «defendiendo con su gran profesionalidad los colores del Athletic» hasta su marcha el 1 de julio.

Sin embargo, es hora de mirar adelante. Tras las buenas sensaciones ante el Betis, restan 18 partidos para que el equipo levante el vuelo. No lo va a tener fácil debido a las apreturas clasificatorias, pero contando con un bloque con contrato en vigor para la próxima temporada y minimizando la importancia de aquello que puede enturbiar el ambiente, la unidad será imprescindible para conseguir una remontada que todavía es posible.

El Athletic tiene diferentes e ilusionantes acontecimientos por delante. La inauguración del nuevo San Mamés, la espléndida campaña del filial o el haberse asegurado de nuevo la participación en la Champions juvenil, suponen grandes noticias para una entidad que se apoya en elementos constantes de autoafirmación. No lo tiene fácil cuando se encuentra golpes en el camino, pero no queda otra.

Es obvio que resulta complicado por diversas razones conjugar el imaginario colectivo de los aficionados y los intereses de los futbolistas. Quizá no deban de ir de la mano siquiera, pero sí que convendría que entendieran que su función social como futbolistas del Athletic va mucho más allá de marcar o evitar goles cuando se ponen la rojiblanca. El jugador debe entender ese plus que supone representar una forma de entender el fútbol diferente. El proyecto del Athletic supone también representar las ilusiones y sueños de una sociedad con una identidad muy marcada pero muy necesitada de reconocimiento y buenas noticias.

Y ese es uno de los grandes retos en Ibaigane y Lezama, lograr que en unos tiempos donde las referencias externas, el mal uso monolingüe de las redes sociales o los modelos de imitación masivos abundan, la fidelización al proyecto rojiblanco sea el leitmotiv de la cantera. Es decir, que lo de Beti Zurekin sea algo más que una frase hecha. Se hace un gran trabajo en la actualidad, hay que reconocerlo, pero cuando el futuro pasa por Lezama es imprescindible el uso de una pedagogía inclusiva y efectiva que permita que todos entiendan que el Athletic es el camino y no una mera etapa hacia otro destino.

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