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Dinamarca sigue imparable

Hansen y Landin guían a una selección formidable a su tercera final de un Mundial, tras triturar a Croacia, que se exprimió hasta el límite pero nunca tuvo a su alcance a Dinamarca, con un arsenal de jugadores que le permitió mantener un ritmo insuperable.

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DINAMARCA 30

CROACIA 24

J.C. ELORZA

Para hacerse una idea del poderío de Dinamarca, baste apuntar que en este equipo Mikkel Hansen, posiblemente el mejor jugador del mundo, está liberado de la obligación de marcar goles. Ayer fue el único jugador que estuvo todos los minutos del partido en cancha y, pese a tirar solo tres veces a portería (un gol y dos trallazos que se estrellaron en el larguero), su presencia en todas las facetas del juego fue apabullante: en la organización ofensiva, en la transición defensiva -cortó dos contraataques directos en la primera mitad que disuadieron a Croacia de volver a intentar el pase largo, y robó 4 balones en total-, repartiendo asistencias (4)... dejándose ver en todo momento, ofreciéndose y demostrando quién mandaba en la cancha.

El inicio del partido fue trepidante, con el añadido de un suceso inhabitual: Mollgaard sufría la luxación de un dedo en un choque con Kopljar a los seis minutos de juego y salía corriendo hacia su banquillo para que se lo recolocaran entre muestras de dolor. Los árbitros hacían la vista gorda, pero el responsable de la mesa de anotadores paraba el tiempo y obligaba a los colegiados a sancionar al danés con dos minutos... por no salir del campo por la zona de cambio. Ajustado al reglamento sí... pero incomprensible.

Dinamarca salió a toda máquina y, apoyado en las paradas de Landin, arrolló a Croacia en los primeros 10 minutos, en los que el líder croata Duvnjak se mostró acongojado. Goluza paró el tiempo, y a la vuelta el central croata se enchufaba al partido con los cuatro siguientes remates de su selección. El mayor mérito de los croatas fue no derrumbarse ante el vendaval danés y llegar vivos al descanso.

La reanudación fue aún más trepidante que el inicio, con el fantástico único gol de Hansen en suspensión para empezar, seguido de un parcial de 7-6 en diez minutos en que el toma y daca sin descanso tuvo a los dos porteros -sensacionales ambos en la primera mitad, 8 de 21 Alilovic y 9 de 20 Landin- como meros espectadores, y se pudieron ver goles de bellísima factura, como una vaselina de Eggert, seguida poco después de una rosca bajo las piernas de Alilovic del mismo extremo danés.

Cuando se disipó el humo de la refriega, los croatas estaban agotados y no habían conseguido disminuir la diferencia, pese a cambiar su defensa 6:0 a una mixta sobre Hansen para tratar de parar al cerebro danés. Dinamarca, con un banquillo inagotable, había devuelto cada golpe, y se aprestaba a dar la puntilla definitiva. Goluza se veía obligado a sentar a Duvnjak y Kopljar, derrengados, mientras Bicanic mantenía el tipo, pero a Croacia le costaba cada vez más atacar con fluidez, y sus pérdidas de balón, o los lanzamientos que otra vez empezaba a detener Landin, propiciaban contraataques fulminantes que convertían el final en un suplicio.

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