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Raimundo Fitero

Dos huevos fritos

 

Los que ponen nombre a los programas en La Sexta deben sufrir hemorragias de imaginación incontenibles. Tanto, que cuando les piden que nombren algo, no la encuentran, han perdido toda su imaginación. El sábado arrancó «La Sexta noche», es decir, un título majestuosamente inane. Pero nuestro interés venía porque se había elegido para la conducción del mismo a Iñaki López (otro López), al que hemos sufrido en ETB durante muchos años. Digo lo de sufrir porque es uno de esos presentadores a lo Ana Blanco o a lo Curri Valenzuela, que siempre tienen la misma cara, que no aparentan sufrir ni sentir, que les da lo mismo de lo que tratan. Este, además, se ha criado en un estilo de televisión tontuna, de corto recorrido, y que ahora tiene la oportunidad de desmentirnos, de hacernos callar para siempre.

La verdad sea dicha, el programa es de esos que uno cree que ya ha visto. Vale, estaba Pedro J. Ramírez, peor lo habíamos visto horas antes en 13 TV, y los tertulianos que parecen fijos, son los de siempre, los más populista. La primera impresión es que han volcado en esta primera entrega todo lo que tenían, faltándole solamente dos huevos fritos, pero que ahora llega la semana próxima y deben buscar temas, asuntos, y me temo que no den mucho más de sí. Es un programa refrito, copia, como todos, y el tono emprendido es demasiado desperdigado. Es un programa de Tele 5, con mezcla de Tele Bilbao, pero con más pretensiones. Una fórmula que se irá depurando y que establece una franja de debate político en la noche de los sábados.

El canal, en su página web, se conforma con ser líderes en las redes sociales. Vaya, es una auténtica renuncia a luchar por las audiencias. En «El Gran Debate» de Telecinco, sus competidores directos, deben frotarse las manos, les obligan a apretar y a ganar audiencias. Desde luego este original es mejor, a fecha de hoy, al sucedáneo de La Sexta. Iñaki López, con el cable de su pinganillo bien a la vista para que nadie dude de que es un buen escuchador de quien le manda preguntas y comentarios, se mantuvo en su mismidad. Simpático, pero evanescente. Con energía para moverse por el plató cumpliendo órdenes.

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