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César Manzanos Bilbao Doctor en Sociología

El sujeto alienígena neoliberal

La dominación simbólica consiste en ir creando un sujeto homogéneo, automatizado, pasivo, insolidario y acobardado que solo piense y actúe en función de necesidades inventadas, condenado a ser un mero espectador de su inexistencia

La dominación simbólica o, si se quiere, guerra silenciosa permanente que ejerce el poder consiste en penetrar y violar los cerebros de un modo tan sutil y sibilino. Consiste en mutar los sueños dulces, reparadores y estimulantes en pesadillas inyectadas e instaladas en nuestras neuronas para paralizarnos y aturdirnos. En tratar de castrar nuestras imprescindibles ilusiones realizables de transformar el mundo, de luchar por una sociedad igualitaria, de tener capacidad individual y posibilidad colectiva de decidir. Ilusiones, no nos olvidemos, por las que muchas personas y pueblos luchan, por las que muchas personas han sido desterradas, desposeídas y permanecen encarceladas.

La dominación simbólica consiste en ir creando un sujeto homogéneo, automatizado, pasivo, insolidario y acobardado que solo piense y actúe en función de necesidades inventadas, condenado a ser un mero espectador de su inexistencia. Así lo definía Guy Debort, en «La sociedad del espectáculo»: «la alienación del espectador se expresa así: cuanto más contempla menos vive. Cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad inventada, menos comprende su propia existencia y su propio deseo». Consiste, por tanto, en crear un sujeto alienígena clonado que contemple su vida en una pantalla para así no tener que mirar a los ojos de otro androide, ni tocarle, solo hablar, ver y oír el eco de quienes lo incomunican. Así lo expresaba este autor: «Solamente al no existir individual (comportamiento hipnótico) le es permitido parecer (aparecer) por el poder social».

Consiste en tratar de convencernos de que la comunicación es vivir en un continuo síndrome de ausencia del otro, en una ansiedad constante por hablar con alguien... de lo que dicta el oráculo virtual. Del tiempo, de fútbol, de rumores... de nada relevante para nuestras vidas, de la in-necesidad inventada, de nada que tenga que ver con cómo estamos emocionalmente cada uno, en casa, nuestros vecinos, de cómo nos organizamos para derrocar un sistema que nos está fagocitando. Consiste en instalar fantasmas en nuestras pre-ocupaciones, mientras ellos se ocupan de que nos devoren la explotación, el despido, la depresión, la represión policial, la privatización de la calle y todo lo público...

La dominación simbólica explica por qué la dominación material que podría activar nuevas revoluciones no las activa. Y es que consiste en conseguir un control ideológico según el cual las grandes mayorías que sobreviven con apenas unos pocos euros al día aspiren a vivir como viven y, sobre todo, admiren a quienes ganan mil euros diariamente. Mientras esto sea así, nada se moverá, a lo sumo el sujeto alienígena neoliberal estará satisfecho hoy de haber cambiado de compañía telefónica y conseguido un móvil con más prestaciones para seguir fingiendo que se comunica, pagando por hablar, por oír las instrucciones de sus amos, viendo televisión, navegando por la red o hablando a través de ese tótem cada vez más grande de tamaño y que, como antiguamente, vuelve a necesitar estar enchufado todos los días a Iberdrola.

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