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Goiener, un giro hacia una cultura energética verde y sostenible a través del cooperativismo

Con la certeza de que un sistema energético basado en fuentes renovables no solo es viable, sino que puede generar riqueza, empleo y sostenibilidad medioambiental, la cooperativa Goiener trabaja desde una año en la difusión de la cultura verde y la comercialización de energía.

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Iraia OIARZABAL

Las placas solares o los molinos generadores de energía se han convertido en un paisaje habitual para nuestros ojos, aunque, hoy por hoy, el consumo de energía renovable todavía no está del todo afincado en nuestra rutina, en parte, porque la «cultura verde» aún no ha echado del todo sus raíces. Pero también por los obstáculos que las instituciones y grandes empresas ponen al sector de las renovables. Hace ya un año, varios ciudadanos se unieron en la cooperativa Goiener, precisamente, para sensibilizar a la sociedad de la necesidad de un sistema energético sostenible y trabajar para que la construcción de dicho sistema sea factible.

Para ello, Goiener se centra en dos aspectos: la comercialización y producción de energía renovable. Si bien este segundo punto aún está por desarrollar. Joanes Maiza, presidente de la cooperativa, explica que se trata de un proyecto al que llevaba años dando vueltas. «No hemos inventado nada nuevo, hemos traído un movimiento que ya existía en Europa, pero vamos 40 años por detrás», relata. Partiendo del ejemplo europeo y después de que hace dos años se liberalizara el mercado eléctrico, la cooperativa fue constituida hace un año.

Por ahora, ofrecen solamente el servicio de comercialización. El circuito es el siguiente: Goiener compra energía con certificado de origen renovable en el mercado eléctrico para después facturarlo a sus socios. Maiza incide en la importancia del certificado «queremos garantizar que la energía proviene de fuentes renovables», destaca. Y es que, según explica, con las energías fósiles, el consumidor no llega a saber de donde proviene la energía que utiliza. La electricidad que el mercado recibe de fuentes nucleares, del gas o del carbón se mezcla y se distribuye a partir de la red, de manera que se desconoce su origen. El objetivo de Goiener es que sus clientes tengan todas las garantías de que la energía que consumen se genera en instalaciones renovables. Se trata, en definitiva, de dar un impulso a la filosofía de la energía verde.

A medio plazo, Maiza confía en que Goiener también pueda generar energía aunque -según denuncia- «la legislación no ayuda nada». Por ello, reclaman al Gobierno español que propicie una igualdad de condiciones para las energías renovables y las fósiles. «Cuando cambie la legislación, concretaremos el proyecto de producción de energía», sostiene Maiza.

Donde sí se cumple la premisa de igualdad de condiciones es en el pago de impuestos. Actualmente el impuesto a la producción de energía eléctrica es de un 6%. La diferencia es que en el caso de las renovables este coste no se traslada a la factura, sino que lo absorben las empresas por no poder repercutirlo al precio de mercado, ya que no comercializan directamente la energía, sino que la venden a una comercializadora externa. «Creemos que no es justo tratar de la misma manera la energía renovable y la fósil cuando una contamina y la otra no», sentencia.

De momento, el precio al que venden la electricidad es el mismo se trate de fuentes renovables o no, aunque Maiza espera poder rebajar el coste según vaya aumentando el número de socios.

Intereses que cortan el camino

Sostenibilidad y democratización del sistema energético son los retos de la energía verde. Cada vez se consume más energía y, a la vez, su precio es cada vez más alto. Sin embargo, según relata Maiza, el 85% de la energía que llega al Estado español viene del extranjero, principalmente el gas y el petróleo. «Son facturas que van fuera», advierte. «¿Por qué no impulsamos la producción local a través de energías renovables?», se pregunta. Defiende que sería una manera de contribuir a la sostenibilidad del medio ambiente y, a la vez, una fuente de empleo y riqueza. Se trata de los «green jobs» o empleos verdes que hace ya años mencionaron conocidos investigadores.

Por el contrario, a pesar de los beneficios que pueda acarrear, esta es una variante que las instituciones rechazan, según denuncia el presidente de Goiener, porque priman los intereses de «políticos y grandes lobbys». Afirma que estas grandes empresas están especialmente interesadas en la industria del gas por el dinero invertido en la época del boom inmobiliario. «Ahora tienen las instalaciones medio paralizadas y necesitan mantenerlas. Por ello, están intentando cortar el camino a las renovables».

Maiza reconoce que queda un largo camino por recorrer para revertir esta situación, pero cree que pesan más las oportunidades de crecimiento económico y laboral que generará un sistema energético renovable. «Está claro que si queremos garantizar la sostenibilidad de nuestro medio ambiente, tendrá que venir la expansión de la energía verde», concluye convencido.

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La mayoría de la energía que llega al Estado español, gas y petroleo principalmente, proviene de otros países. Se trata de «dinero que sale fuera».

Una labor desinteresada que reúne a cerca de cien socios

Sin prisa pero sin pausa, Goiener trata de afianzarse en el área de las renovables, donde cuenta con la ventaja de ser la primera cooperativa de Euskal Herria. Cuando fue constituida contaba con 30 socios y hoy en día se acerca a los 100.

La labor de los socios es gratuita. Cada uno dedica su tiempo libre a contribuir en la difusión del proyecto, fundamental para atraer más socios, conseguir que el proyecto sea viable y poder generar empleo. Por el momento un grupo de doce personas dirige la cooperativa, que fue constituida con el apoyo de la agenda de desarrollo de Goierri (Goieki) y que pertenece a la sociedad europea de cooperativas Rescoop. I.O.

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