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El difícil regreso de los circasianos de Siria a su patria en el cáucaso

La guerra civil en Siria se está convirtiendo en un capítulo más de la historia de éxodo de los circasianos, un pueblo del Cáucaso Norte que huyó en el siglo XIX tras el avance del Imperio zarista en el Cáucaso, territorio disputado con el imperio otomano y una Persia en horas bajas. 150 años después, un millar de circasianos ha regresado a su patria huyendo de los combates en Damasco.

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Natàlia BORONAT ROVIRA Periodista

Los circasianos (también conocidos como cherkeses, como se les nombra en ruso; adigueos, como se autodenominan, o kabardinos, uno de los subgrupos) consideran que el Imperio zarista cometió genocidio contra su pueblo durante la Guerra del Cáucaso del siglo XIX. Tras la victoria rusa de 1864 en Krasnaya Poliana, cerca del 80% de la población circasiana tuvo que huir del Cáucaso y muchos se instalaron en el Imperio Otomano. Precisamente Krasnaya Poliana, en las cercanías de Sochi, ciudad turística en la costa del Mar Negro, acogerá en 2014 los Juegos Olímpicos de invierno.

Los hechos de hace 149 años han vuelto a enfrentar en enero de 2013 a los activistas circasianos con las autoridades de Moscú. A finales de 2012 el movimiento Adigue Jase - Parlamento Cherkés- envió a las autoridades de Moscú una petición oficial de ayuda a los circasianos de Siria. El director de relaciones internacionales del Ministerio de Desarrollo Regional de Rusia, Aleksandr Zhuravski, contestó que no se podían considerar compatriotas a los descendientes de los que huyeron a mediados del siglo XIX porque se fueron «por una elección voluntaria» de un territorio que todavía no formaba parte de Rusia. Estas declaraciones causaron indignación entre los activistas circasianos porque consideran que falsean la historia y además Moscú durante los últimos años ha realizado varios programas en los que los consideraba compatriotas.

Diáspora repartida en todo el mundo

Hay diásporas circasianas por todo el mundo, sobre todo en el Próximo Oriente, América del Norte y Alemania, y actualmente se estima que entre 70.000 y 100.000 descendientes de esos refugiados del siglo XIX viven en Siria. Cerca de un millar de circasianos de Siria regresó durante 2012 a la que consideran su patria histórica, que ahora forma parte de la Federación de Rusia y queda repartida entre les actuales repúblicas de Kabardino-Balkaria, Adiguea y Karachayevo-Cherkesia y la región de Krasnodar.

Los activistas circasianos se quejan de que no hay suficiente voluntad política por parte de Moscú para facilitar el retorno de sus compatriotas y apuntan a motivos como la celebración de los Juegos, a los que muchos circasianos se oponen porque tendrán lugar en un sitio trágico para la historia de su pueblo. Como ejemplo, Chelar Kat, un circasiano nacido en Siria que regresó a Rusia en 1991, explica que está «totalmente en contra de la celebración de las Olimpiadas en un sitio de duelo para mi pueblo, ya que krásnaya (en ruso se puede traducir como bella o roja) para nosotros significa la sangre de nuestros antepasados que murieron allí durante el genocidio de 1864, es como si se hiciera un festival en Auschwitz», compara con el campo de concentración nazi.

En cambio, Natai Al Sharkas, uno de los circasianos de Siria que llegaron a Rusia en 2012, no está completamente en contra de los Juegos Olímpicos porque cree que es una buena oportunidad para desarrollar la región y también para que Moscú recuerde públicamente qué pasó en el siglo XIX.

Además de algún tipo de boicot a las Olimpiadas, el Kremlin podría temer una llegada masiva de musulmanes circasianos a una región muy inestable, asolada por la corrupción, por los ataques de una guerrilla norcaucásica islamista que quiere la creación de un Emirato regido por la sharia en el sur de Rusia y por indiscriminadas operaciones antiterroristas.

Natai Al Sharkas es un arquitecto nacido en Damasco hace 35 años que en 2012 empezó una nueva vida en Nalchik, la capital de Kabardino-Balkaria, desde donde cree que podrá luchar por los derechos de su pueblo. En Damasco Al Sharkas trabajaba en programas de desarrollo en la organización Massar, cercana a la esposa del presidente Bashar Al Assad. Además participaba en una Asociación cultural benéfica circasiana y también en actividades opositoras al régimen porque, como explica, «era de los que creía que podíamos cambiar el régimen, democratizarlo pero de forma pacífica». Al ver que «todo se iba poniendo cada vez más feo», decidió trasladarse a Rusia con su familia. Su padre, ingeniero jubilado, es el único miembro de la familia que habla ruso con fluidez ya que gracias a las buenas relaciones entre Siria y la Unión Soviética estudió en la universidad en Moscú.

Ajmad Stash, líder de la organización social Perit (Vanguardia), una de las entidades que coordina la llegada de circasianos, lamenta que no se haya aplicado ningún programa de repatriación ya que los que llegaron a Rusia durante el año pasado formaron parte de la cuotas migratorias que tiene cada república y obtuvieron un permiso de residencia temporal. Este activista considera que «Rusia tiene que demostrar voluntad política y permitir a todos los circasianos que quieran regresar a la patria histórica que lo hagan y ayudarlos». Stash destaca que no se ha destinado dinero público al retorno de los circasianos, que de momento viven en sanatorios y gracias a donaciones particulares, pero reconoce que el gobierno republicano ayudó con la burocracia. Además, destaca que el islam que profesan los circasianos es muy moderado y que los que regresaron en los años 90 nunca se han visto implicados en la guerrilla islamista.

Una huida constante

La historia familiar de Stash refleja el destino del pueblo circasiano. Tras perder la guerra con la Rusia zarista en el 1864 sus antepasados huyeron hacia los Balcanes y al desintegrarse el Imperio Otomano se fueron a Akka, el actual Israel. Al cabo de una generación se refugiaron en los Altos del Golán hasta la ocupación israelí de 1967 que es cuando se trasladaron a Damasco. Stash nació en la capital siria hace 40 años y tras la desintegración de la Unión Soviética se trasladó a Nálchik gracias a los programas de repatriación de los años 90.

Durante todo el actual conflicto sirio, el Kremlin ha insistido que hay que hacer todo lo posible para parar la violencia de los dos bandos enfrentados y bloqueó dos intentos de resolución sobre Siria en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas porque consideraba que iban solo en contra de las fuerzas gubernamentales de Bashar al-Assad. Además, las autoridades rusas se han mostrado contrarias a una intervención extranjera y han repetido en varias ocasiones que es el pueblo sirio el que tiene que decidir su futuro político y que derrocar al presidente solo generaría más violencia.

A Rusia se le ha acusado de ser cómplice con lo que estaba pasando en Siria pero a medida que avanzaba el conflicto Moscú se ha ido distanciando de Al Assad. El primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, reconoció en una reciente entrevista a CNN que las opciones del presidente sirio de mantenerse en el poder son cada vez menores. Medvédev destacó que «Al-Assad se equivocó a la hora de poner en marcha reformas políticas» porque «lo tenía que haber hecho mucho más rápido, atrayendo a su bando a la oposición más moderada que estaba dispuesta a sentarse con él». Durante el año pasado hubo varias visitas de opositores sirios a Moscú con el objetivo de convencer al Kremlin de que en una nueva Siria se continuarán garantizando los intereses rusos

Rusia y Siria son aliados desde tiempos soviéticos, cuando miles de estudiantes sirios se formaron en universidades de la URSS y muchos especialistas rusos trabajaron en este país del Próximo Oriente. Además, Damasco es un buen cliente de armamento ruso y desde 1971 el puerto sirio de Tartus acoge una base militar de abastecimiento técnico y material para la flota, primero soviética y después rusa, la única que Moscú tiene en el Mediterráneo.

Natai Al Sharkas considera que la postura rusa en el conflicto «en teoría es buena porque quieren una solución pacífica pero en realidad no es práctica porque el régimen sirio no quiere ninguna solución pacífica y no está dispuesto a llegar a ningún acuerdo».

Valeri Jatazhukov, director del Centro de defensa de los derechos humanos de Kabardino-Balkaria, califica la situación de los circasianos de Siria de «catástrofe humanitaria» y junto con otras organizaciones ha realizado varias peticiones al Kremlin para que los que quieran regresar a la patria histórica tengan facilidades. Jatazhukov lamenta la pasividad del Kremlin que atribuye al hecho que de «ayudarlos significaría reconocer que hay una catástrofe humanitaria, que existe el problema circasiano y de alguna forma se estaría actuando contra el presidente sirio» Además, este activista cree que el Kremlin «no reconoce los circasianos como ciudadanos con todos sus derechos y es evidente que no tiene ningún interés en que comience una repatriación de verdad y tampoco quiere reconocer que llegaron al Próximo Oriente como resultado de una guerra colonial y que fueron deportados por la fuerza», recuerda.

Jatazhúkov cuenta que según la historiografía soviética los circasianos se fueron porque quisieron, porque eran musulmanes y prefirieron trasladarse al Imperio Otomano pero con la apertura que representó la Perestroika de los años 1980 se empezó a revisar la historia. Recuerda que en los años 90 el entonces presidente Boris Yeltsin dio varios pasos para normalizar la situación de los circasianos: calificó la guerra que los expulsó de «injusta y de conquista», se creó la república de Adiguea, que se considera el centro espiritual del mundo circasiano, y empezaron los procesos de repatriación.

«Pero todo cambió con la llegada de Vladimir Putin, sobre todo la retórica, porque empezó a proclamar consignas imperialistas e intentó suprimir la República de Adiguea», añade Jatajukov. Este activista considera que ha sido la política de Putin, el recorte de libertades, el hecho que se pararan los procesos de repatriación y la futura celebración de las Olimpiadas de 2014 lo que ha vuelto a actualizar el tema del genocidio circasiano.

al éxodo

Tras la victoria rusa de 1864 en la batalla de Krasnaya Poliana, el 80% de la poblacón circasiana inició un éxodo que les ha llevado a todos los rincones del mundo.

Israel confirma que su aviación atacó Siria

En la Conferencia de Seguridad de Munich el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, confirmó implícitamente que el ataque aéreo contra Siria el pasado miércoles obra de fuerzas israelíes. «Lo que pasó hace unos días muestra que cuando decimos algo, lo mantenemos. Hems dicho que no pensamos que debe permitirse transferir sistemas de armas perfeccionados a Líbano», dijo Barak. Por su parte, el presidente sirio, Bashar al Assad acusó a Israel de querer «desestabilizar» y «debilitar» a Siria al atacar un centro de investigación militar cerca de Damasco. Al Assad afirmó que Siria «es capaz de repeler cualquier agresión« y denunció «la colaboración de las fuerzas extranjeras enemigas y sus agentes sobre agentes sobre el suelo sirio». La televisión estatal siria difundió imágenes del lugar bombardeado, con edificios gravemente dañados y varios vehículos militares destruidos. También en Munich, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Ali Akbar Salehi, aplaudió la disposición del líder de la oposición siria, Ahmed Moaz al-Khatib, de dialogar, con condiciones, con el régimen. Salehi mantuvo una «muy buena reunión» con al Khatib, en una aproximación inédita de la oposición a los aliados del régimen sirio. Sobre el terreno, el exdiputado sirio Ibrahim Azuz, su mujer y dos de sus hijas murieron en un ataque en Alepo. GARA

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