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Los Lazarraga, genealogía de una ambición

El investigador bonaerense Gervasio DiCésare publica «Historia y Genealogía de los Lazarraga», una obra a mitad de camino entre la investigación genealógica y el estudio histórico, económico y social que hizo posible el auge de este apellido.

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Juanma COSTOYA

Hay ocasiones en que remontarse a los orígenes familiares depara sorpresas. El estudioso, pongamos por caso, remonta el limpio cauce de las generaciones buscando confirmar la santidad o el talento de antepasados más o menos remotos y en el camino se encuentra, cómo no, con los cenagosos afluentes de la ambición y la componenda. Algo parecido documenta Gervasio DiCésare (Buenos Aires, 1973) en su monumental obra genealógica «Historia y Genealogía de los Lazarraga» y su espectacular trayectoria mundana partiendo de Oñati y de la llanada alavesa.

El antepasado ilustre que impulsa la investigación es Juan Pérez de Lazarraga, «El poeta» (1547-1605), señor de la Torre de Larrea y considerado autor de un manuscrito en lengua vasca que se remonta al siglo XVI. La obra, redactada en la variante alavesa, es de una reconocida importancia filológica y lingüística y se la considera el primer texto en su género de carácter civil. Consta de 52 pliegos con anotaciones en castellano y contiene diversos poemas, canciones y un argumento que los especialistas encajan dentro del género pastoril tan de moda en ese siglo. El «Manuscrito Lazarraga» fue encontrado por el historiador Borja Aginagalde en una librería de anticuario de Madrid y todavía encierra algunos enigmas paleográficos y lingüísticos. No es la única obra atribuida a Juan Pérez de Lazarraga aunque sí la más significativa ya que documenta el uso corriente del euskara entre los propietarios rurales de la época. Otra de sus obras lleva por título «Relación histórica de las casas y apellidos de Lazarraga, linaje de Ordoñana, de los Otáloras y Zuazo Gamboa, de los Velascos, de los puestos y dignidades de unos y otros, todo con remisión a documentos y otras cosas» y con ella se anticipa en varios siglos a la labor actual del propio DiCésare, demostrando lo inmutables que son los intereses humanos en cualquier época.

En la Corte

Si Juan Pérez es una de las glorias del apellido, a otro Lazarraga más temprano, esta vez Juan López, se le debe el encarrilamiento de la fortuna y de la considerable gloria mundana del apellido, hasta entonces confinado a los valles guipuzcoanos y al norte de Araba. El «gran salto adelante» de los Lazarraga se produjo cuando Juan López se vinculó como secretario, contador y hombre de confianza de los Reyes Católicos. La real pareja castellano aragonesa era la cabeza visible de un vasto empuje económico, militar y eclesiástico que acabaría por transformar el mundo para siempre. La primera globalización fue obra de esta Corte. La culminación de la reconquista ibérica y el inicio de la exploración del continente americano tienen aquí su génesis y un Lazarraga ocupaba un puesto puntero en aquella administración. Hasta tal punto estuvo cercano al gran poder que se convirtió en el albacea testamentario de la reina Isabel. Juan López de Lazarraga fue también el fundador del monasterio de Bidaurreta en Oñati y es que un tercer Juan, esta vez Ruiz y Arcipreste de Hita, ya había cantado un par siglos antes ese poema en el que sostenía que «si tienes dinero, tendrás consolación, placeres y alegrías y del Papa ración; comprarás paraísos, ganarás la salvación, donde hay mucho dinero hay mucha bendición».

A partir de aquí da comienzo la amplia nómina de Lazarragas al servicio de la Corte. Escribanías, licenciaturas, secretariados se sustentan y mezclan con el amplio patrimonio familiar compuesto por casas, tierras, molinos, ferrerías y negocios.

Expansión americana

Gervasio DiCésare, en el curso de sus investigaciones genealógicas, ha expurgado archivos en Araba, Oñati y hasta en la Cancillería de Valladolid, encontrando también otras aplicaciones para el dinero de la época. Con oro se lavaban bastardías y se compraba la limpieza de sangre. Ayer como hoy no llevar el apellido adecuado podía impedir el despegue de una carrera y la sola sospecha de tener unas gotas de sangre judía o mora podía arruinarla por completo. También con metal se arreglaba el matrimonio con la vista puesta no en la felicidad conyugal o el amor, sino en el patrimonio. Para quien no casaba a conveniencia siempre quedaba la opción de un supuesto celibato eclesiástico o el encierro en un convento. En Gasteiz, los Lazarraga buscaron otros apellidos pujantes para asociarse con el matrimonio como excusa. Muy cotizados eran los Esquível, Pérez de Lagarda, Álava.... En Agurain se buscaba la compañía de los García de Zuazo, Díaz de Santa Cruz, Vicuña... El apellido fue haciéndose así con una influencia decisiva en localidades como Oñati, Agurain, Barrundia y Zalduendo.

En esta época, a mitad de camino entre la tiniebla medieval y una concepción más aventurera del mundo, simbolizada en el Renacimiento y la exploración, los Lazarraga reflejaron con sus actos el clima imperante de la época. DiCésare documenta también el caso de un inquisidor quien, al amparo del Auto de Fe celebrado en Logroño en 1610, paseó sus indagaciones por las aldeas de Hermua, Larrea y alrededores encontrando al fin a una pobre desgraciada a la que hacer objeto de su celo censor. Inquisidor y bruja compartían algo. Los dos se apellidaban Lazarraga.

A partir del Renacimiento, el apellido Lazarraga entra de lleno en la historia de los apelativos que cuentan en el gran mundo. Hasta 57 diputados generales lo han ostentado. Las grandes casas aristocráticas españolas, Medina Sidonia, Alba y Medinaceli, lo tienen como propio. Por supuesto, con el salto a América el apellido se expandió por el continente a resultas de lo cual y corriendo el tiempo hasta siete presidentes chilenos, incluido el actual Sebastián Piñera, lo han hecho suyo. Otro Lazarraga que hizo valer su voz fue Álvaro de Arzu, ex presidente de Guatemala. También el apellido está presente en la reina Fabiola de Bélgica y en el músico Isaac Albéniz entre otras celebridades.

Conexión cervantina

El autor resalta que su libro no se limita a un enunciado de ascendientes y descendientes sino que es fruto de una amplia investigación histórica que trata de presentar el apellido dentro de su contexto social, económico e histórico. Es por ello que su estructura se divide en dos partes bien diferenciadas. En la primera se analizan las estrategias de reproducción social, la cultura y el prestigio del apellido. Tienen también cabida aquí los estudios sobre el patrimonio y las rentas, así como sus implicaciones políticas con el estudio de los cargos ostentados y el poder institucional. Se recoge también en esta parte el legado arquitectónico de cuyos ejemplos se muestran numerosas fotos de las torres, casas fuertes y palacios vinculados a los Lazarraga.

La segunda parte se centra en la genealogía de la familia y, a través de ella, en la historia particular de cada uno de sus componentes. A este respecto, mantiene una curiosidad de la que espera una hipotética sustentación en futuras investigaciones. Se trataría de una posible conexión entre Cervantes y Juan López de Lazarraga. DiCésare sostiene que entra dentro de lo plausible que el autor de «El Quijote» conociera la obra de «El Poeta» y que incluso tomara inspiración de un cierto caballero idealista pergeñado en la imaginación del que fuera señor de la Torre de Larrea. Quizás la respuesta dormite entre el polvo, las polillas y los legajos de algún archivo ignoto.

 

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