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Josu Imanol Unanue Astoreka Activista social

Bienaventurados los ladrones

Cierto día el juez, gran amigo y gran persona Joaquín Navarro me contó una historia de injusticias que me costó mucho creer, el robo de unas gallinas y la condena que se pidió para un ciudadano que pasaba hambre, en su momento, en Extremadura, creo.

Así, si robas un poco, puedes terminar en chirona y con una condena ejemplarizante. Igualmente si haces política a favor de un proceso de pacificación. Si, además, eres vasco de esos que «hablan raro», la cadena perpetua puede ser algo posible y argumentable, y con apoyo popular mayoritario en el Estado.

Está claro, lo grande del ser humano es la estulticia propia para poder justificar ciertas actuaciones totalmente injustificables, según la cercanía ideológica, racial, antropológica, cultural... En definitiva, somos más simples de lo que pensamos y el tema de la justicia, equidad o imparcialidad nos lo creemos como si fuese la teoría del bosón de Higgs. ¡Y así nos luce el pelo!

En los noticiarios del país vecino, corrupto hasta el tuétano, todos los días aparecen datos que nos deben de preocupar: pobreza, millones de personas en paro, más millones de euros de fianza para un «titulado» ilustre por los robos ya conocidos, corrupción en partidos políticos, infraestructuras multimillonarias a la vez que inservibles, mientras miles de niños padecen hambre, incluso en nuestra tierra, bancos que desahucian sin ningún pudor a personas engañadas, miseria...

Violencia diaria que nos inmoviliza y nos hace ser incluso un poco más racistas, míseros e insolidarios con los más cercanos, e inversamente más comprensivos con esos ladrones de guante blanco que arruinan nuestro futuro y proyectos de vida.

Ahora, según las últimas decisiones, no hay dinero ni para tratamientos ni para medicinas, se ha de cargar con impuestos a los trabajadores, incluso se les ha llegado a quitar uno de los sueldos que tan merecidamente ganaron; pero no importa, seguiremos mirando a las nubes y callando lo que es más que evidente, que el Estado español es totalmente corrupto, que los mismos de siempre nos siguen robando y condenando a la más miserable condición humana de esclavitud de por vida y a la sumisión más irracional, que últimamente, además, es asumida con total normalidad.

Callamos por comodidad o por el individualismo que nos han inculcado como valor positivo, que nos hace ver en los cercanos la culpa de lo que padecemos.

«La roja», el morbo, las vidas ajenas, las telenovelas, los toros, las folclóricas, la vida del vecino... son motivo de valoraciones o mofa. ¿Quién no se ha permitido la crítica al «otro» alguna vez? Y mientras nuestros esfuerzos se pierden en lo más absurdo y ruin, quienes nos abocan a la desesperanza de conocer el futuro más inmediato sonríen conscientes de que han hecho muy bien su labor, pues son los elegidos que dirigen con todo su poder nuestra vida y pensamiento.

No dudemos que seguirán utilizando sus podridas leyes, sus pueriles pero a la vez respetados argumentos, sus medios represivos e incluso razones divinas e indiscutibles para aferrarse al poder, para seguir mandando y burlándose de la inmensa mayoría de los ciudadanos, totalmente adoctrinados e inmovilizados.

Por eso, en estas fechas, las personas libres como el querido juez Joaquín y otras personas que nunca se han sometido a la razón del poder, adquieren un gran valor.

Si fuéramos conscientes de lo que realmente esta sucediendo, no se burlarían de nosotros. Pero mucho me temo que seguimos a las moscas que van a la mierda.

Alguien, desde el púlpito y sin ningún pudor, nos sigue recordando las bienaventuranzas y adoctrinándonos a cambio de beneficios: «Bienaventurados los ladrones, que de ellos será nuestro futuro».

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