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«Si no podemos con el sistema, reventémoslo cada uno a nuestra manera»

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Óscar Arroqui Baraibar «Kutxa»

Voz y composición del grupo Ultimatum

Ultimatun surgieron en Iruñea en el primer lustro de la década de los ochenta. Son hijos de la bestia social y nihilista que recorrió buena parte de las calles de Euskal Herria con un sonido y una actitud que tanto metía el miedo en el cuerpo de los ciudadanos «normales» como exaltaba el espíritu de los más jóvenes. Fuel el punk y Ultimatum unos de sus representantes, que regresan con «Sacrilegio».

Pablo CABEZA | BILBO

Muchos grupos de los setenta, de los ochenta regresan a la actualidad. La motivaciones son diferentes, pero, en cualquier caso, cada uno es libre de retomar su historia y cargarla de nuevo sobre sus espaldas. Ultimatum, una de las formaciones punk más populares de los ochenta, están de vuelta. Por el camino han quedado componentes como Potxeta que ya tiene lo suyo con Lendakaris Muertos, aunque sí ha grabado la batería del disco. Tampoco Bolitxe, de azarosa e intensa vida, pero que concluyó prematuramente por el vértigo con el que se vivían aquellos años. Ni Koko, en otro estadio. Pero está Kutxa, su cantante y compositor, la voz identificativa. Un superviviente que ha conseguido concluir un disco muy digno y con las canciones más estimadas de su repertorio: «Ciudadano anormal», «Parásitos», «Lucha por la patria», «Putos modernos», «No al estado policial», «Países rivales, patrias miserables»... y «Sacrilegio», su mayor éxito. El nuevo cedé aporta un único tema nuevo, «Cloacas», un himno, de perfecta estructura punk, en el que Kutxa reivindica su derecho a «tocar los cojones de nuevo». Y, además, versión para RIP y Peter and the Test Tubes Babies, dos de los grupos que más influyeron a Ultimatum.

La banda se forma en el 84. Ensayan en una bajera de Musical Tomás («¡Tomás no vas a cobrar lo que te dejamos a deber?», expele Kutxa). No tienen mucha idea y atrás han dejado tímidos inicios como aventuras con dos bajistas.

Ultimatun debuta un día de 1984, a las 12 del mediodía, en la plaza del Ayuntamiento montando una bulla «del copón». Kutxa recuerda que por allí apareció «el Evaristo». No hubo despedida oficial, la banda se licuó victima de las circunstancias.

Defendiendo el espléndido disco de punkrock sin desviaciones, crudo y vital (editado por Maldito Records, pero autogestionado), en directo están Kutxa, Julián, un guitarrista de Iruñea de largo recorrido, Gaizka, de Berriozar, y con otra banda llamada Radioplebe, y Pepo, del barrio La Milagrosa y también con extenso currículo. El cuarteto es sólido y preserva, como guardianes del Santo Grial, lo mejor y más puro del punkrock.

«Gracias, jodido», nos dice Kutxa una y otra vez tras las charlas. «Gracias -le respondemos- por el bendito sacrilegio de volver y sonando tan bien».

Como otras muchas bandas, Ultimatum nace por combustión espontánea, quién era el más músico, el que ponía orden.

Bolitxe y Potxeta eran los más músicos. Pero, sinceramente, nadie ponía orden. La mayoría de los conciertos, de una manera u otra, se torcían. Recuerdo el de autobuses en Iruña. Se le rompió una cuerda del bajo a Koko, y no tenía de repuesto, además ningún grupo quiso dejarnos el bajo, ¡no se fiaba de nosotros nadie!, pero teníamos que tocar porque ya habíamos gastado las 65.000 pesetas que nos pagó el «Ayunta», acabamos tocando los tres sin Koko.

¿Por qué no llegaron a grabar en los ochenta su disco en solitario, aunque fuese tarde, como el caso de los RIP?

Porque a nivel personal estábamos todos destrozados y buscando la manera de sobrevivir y no estábamos como para grabar nada.

Así que quizá debían este disco tanto a su historia como a la de sus miles de seguidores.

Sí, sí, sí y sí. Esto era una historia personal, para los que están y los que ya no están. Este disco había que hacerlo. El que quiera que lo vea y el que no, que le den.

En «Cloacas« lo explica...

Sí, quería hacer una canción que reflejara lo que es hoy Ultimatum y creo que ha salido bastante bien. La compuse en febrero de 2011. Dejo muy claro que nos importa un huevo lo que se piense de mí y menos a estas alturas. Antes me la pelaba, ahora ni te cuento.

En el disco hay unas palabras muy sentidas de agradecimiento hacia su madre, Begoña, no cuesta mucho imaginarse por qué ante aquellos tiempos de tanto descuido y vida al límite. ¿Se llevó disgusto con la vuelta de Ultimatum?

En este disco estaba claro que si tenía que dedicárselo a alguien esa era mi ama, que la mujer se partió el alma para que todos estuviésemos bien. Para ella fueron años complicados. Tiene un porcentaje muy alto en mi resurrección. Poca gente conoce mis sentimientos, pero tengo con quien charlar. ¿Disgusto? ¡Si mi madre me está vendiendo discos y es mi mejor fan!. Le encanta el disco. Es la tía más cañera de Atarrabia.

Los Rip y los Peter fueron dos grandes influencias.

Había que meter la versión de los RIP, es un homenaje por lo mucho que me influyeron. No nos perdíamos ni uno de sus conciertos. Y, al final, acabábamos todos juntos entre lágrimas y risas. Podíamos haber hecho de alguna otra banda, pero me decidí por ellos por todos esos años tan agradables. A los Peter ya los vi en su primera visita al Autódromo de Lasarte, sería por el 81/82. Después volví a verles en la sala Hilargi de Lakuntza.

¿La pasada autodestrucción fue imposible de parar?

Los movimientos sociales como los que hubo en Euskal Herria, tocaron mucho los cojones y una manera de acabar con ellos fue esa droga para todos. Si no podemos con el sistema, reventémoslo cada uno a nuestra manera, luchando en todos los frentes. En cierta manera nos destruimos, pero se dejó una semilla.

¿Hay fecha de caducidad para estos Ultimatum?

No, no hay fecha de caducidad. Esto no es un puto yogur.

Contacto: facebook.com/ultimatum.punkrocktaldea.

Tf: 625.63.56.69. Andrés.

 
DEDICATORIA

«Este disco tenía claro que si tenía que dedicárselo a alguien esa era mi ama, que la mujer se partió el alma para que todos estaríamos bien»

DE VUELTA

«Gracias, jodido», nos dice Kutxa una y otra vez tras las charlas. «Gracias -le respondemos- por el bendito sacrilegio de volver»

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