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«Marina Abramovic: The Artist is Present» rinde culto a la performance

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M.I. | DONOSTIA

La ópera prima de Matthew Akers y Jeff Dupre obtuvo el premio del Público en la Sección Panorama de la Berlinale, al acertar a resumir en un documental el conflicto artístico que ha perseguido a Marina Abramovic desde sus comienzos en los años 70. Lejos de sentirse como una provocadora, la sexagenaria creadora serbia busca el reconocimiento de la performance como un arte vivo que no debe limitarse al contexto elitista de los museos de arte moderno. La llamada «abuela de la performance» desea acabar así con las descalificaciones sistemáticas hacia su trabajo.

La mayoría de intervenciones de Marina Abramovic desde la etapa inicial en que formó pareja con Ulay, con quien vuelve a reencontrarse en el documental, se basan en el silencio, el ayuno y la ausencia de movimiento. Son tres conceptos mediante los que denuncia el materialismo imperante.

De ahí que el documental se centre en su retrospectiva del 2010 en el Moma de Nueva York, en cuanto auténtico colofón de su ideario.

El número principal consiste en plasmar la dificultad actual para «no hacer nada», una inacción que, paradójicamente, se convierte en una reveladora prueba de resistencia humana. La artista permanece en una silla sentada frente al espectador sin moverse durante siete horas y media diarias a lo largo de tres meses.

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