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Espadas en alto en Túnez en vísperas de la huelga general

El partido islamista del primer ministro tunecino, Hamadi Jebali, le ha dejado solo en su propuesta de sustituir su Gobierno por un Gabinete de tecnócratas. Insiste en su legitimidad democrática ante la huelga general convocada por la oposición, desde los nostálgicos del viejo régimen hasta la izquierda, en protesta por la muerte en atentado de Chukri Belaid, y a la que se ha sumado el principal sindicato del país.

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GARA | TÚNEZ

Altos cargos del partido islamista gubernamental Ennahda rechazaron la formación de un Gobierno de tecnócratas, anunciada la víspera por el primer ministro y miembro de la formación, Hamadi Jebali.

El vicepresidente de Ennahda, Abdelhamid Jelassi, señaló que «el primer ministro no ha pedido la opinión del partido», donde «creemos que Túnez necesita en estos momentos un Gobierno de corte político».

El hecho de que el máximo líder del partido, Rached Ghannouchi, quien se limitó a apelar genéricamente a la «reconciliación nacional», no hubiera reaccionado tras el anuncio de Jebali -otro histórico de islam político tunecino- hacía albergar dudas respecto al alcance del rechazo en el seno de Ennahda.

Dudas que quedaron disipadas cuando el jefe del grupo parlamentario, Sahbi Atig, señaló que «hemos rechazado esta propuesta (...), tomada sin consultar a la coalición (gubernamental) y al partido».

Y es que cualquier nuevo ejecutivo tiene que tener el aval de la Asamblea Nacional Constituyente, en la que Ennahda cuenta solo con 89 de los 217 escaños.

Atig fue más allá y recordó que, a falta de Constitución, el primer ministro no tiene la facultad de destituir a los miembros del Gobierno.

Tampoco los aliados de coalición de Ennahda, los socialdemócratas de Ettakatol y el CPR del histórico dirigente en el exilio y panárabe Moncef Marzouki, valoraron la propuesta del primer ministro.

Voces del viejo régimen

El anuncio realizado por Jebali el miércoles fue bien recibido por la oposición. La formación heredera del partido pantalla del derrocado dictador Ben Ali (Néo-Destour y luego el RCD), Nidaa Tounes, no ocultó su alegría al ver en peligro la actual coalición gubernamental entre islamistas y dos partidos panárabes de centro-izquierda. El exprimer ministro de continuidad tras el derrocamiento de Ben Ali y hoy líder de Nidaa Tounes, fue también más allá y abanderó la exigencia de disolución de la Asamblea Constituyente, surgida de las urnas en las elecciones de octubre de 2011.

El principal sindicato del país rompió el silencio que mantenía desde que la víspera la oposición, desde Nidaa Tounes hasta el izquierdista Frente Popular -al que pertenecía el partido que lideraba Chukri Belaid, muerto en atentado- convocara una huelga general para hoy. La Unión General del Trabajo de Túnez, que cuenta con medio millón de afiliados en todo el país, se sumó ayer a la convocatoria, que coincide con las exequias por el que fuera líder del Partido de los Patriotas Demócratas y abogado de derechos humanos en la era Ben Ali.

Abogados, jueces y sindicatos de profesores universitarios y de funcionarios han llamado asimismo a la huelga general. La Universidad de la Manouba, bastión de la izquierda a la que pertenecía la víctima del atentado, llamó además a tres días de duelo nacional.

La Embajada francesa ha pedido prudencia a sus 25.000 nacionales en Túnez y cerrará hoy y mañana todas sus escuelas.

ENFRENTAMIENTOS

La Policía lanzó gases lacrimógenos contra cientos de personas que se dirigían a la sede del Ministerio de Interior en la céntrica Avenida Habib Bourguiba en la capital. También hubo enfrentamientos ante la sede del gobernador e Gafsa, zona minera que fue en 2008 escenario de una revuelta ahogada en sangre por el viejo régimen.

Un cocktail de nostálgicos, salafistas, yihadistas y una crisis feroz

Túnez vive un escenario tan enrevesado que se hace difícil elucubrar sobre la autoría del atentado y, más preocupante aún, es fácil de prever que no será el último.

Ahí están los nostálgicos del viejo régimen, cada vez mejor ubicados en su plan de hacer descarrilar cualquier expectativa de cambio. Cuentan para ello con un contexto de crisis y con un turismo -vital para su economía- que sigue con pavor las noticias del país.

El salafismo y sus excesos -magnificados pero reales- es también preocupante, más aún por sus lazos siquiera religiosos con el partido islamista en el Gobierno. En este puzzle no falta el yihadismo del grupo Ansar al-Sharia, de Abu Iyadl, acusado del ataque a la Embajada de EEUU en setiembre y que protagoniza una guerra de guerrillas en las zonas del oeste limítrofes con Argelia.

El Gobierno islamista lo sitúa en la órbita del AQMI. El mismo Ejecutivo que puso hace meses escolta al opositor centrista Nejib Chebbi y al que acusan de la muerte de Belaid, por acción o por omisión. GARA

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