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Amparo LASHERAS Periodista

La verdad no tiene palabras extremas

Un miembro de Stop Desahucios se suicidó ayer en Córdoba, por no poder pagar a los bancos los 25.000 euros que debía después de ser desahuciado y entregar su casa como pago del crédito. A estos 25.000 euros se sumaban otros 400 que, con apremio, le reclamó días antes Hacienda. Sin trabajo, 36 años, en paro desde hace dos, con una hija menor y sin recursos para satisfacer las exigencias de una deuda interminable, tal vez la angustia de no tener horizontes por los que caminar le ha precipitado al vacío vital de elegir la muerte como única solución, última e irrevocable, con la que se escribe el epílogo de ese ser-en-el-mundo, del que habla el existencialismo, al que se le han cerrado todas las posibilidades de elegir y de existir. Más que una muerte anunciada se puede escribir que este suicidio, igual que los anteriores, es un crimen previsto y contabilizado en los daños colaterales de la deshumanización que lleva implícita la codicia y la usura del neoliberalismo y del sistema financiero actual. Ada Colau, de la Plataforma de Afectados contra la Hipoteca, en la comisión del Congreso español, donde presentó una iniciativa de legislación popular para cambiar la ley hipotecaria, terminar con los desahucios y garantizar el alquiler social, llamó «criminal» al representante de la Banca española. Sus señorías le conminaron a retirar sus palabras y, además, se consideraron amenazados cuando Colau les informó que «señalarían» a los diputados que no apoyasen la iniciativa como «responsables de lo que podemos calificar de crimen». Cuando la demagogia se va, la verdad aparece clara, nunca tiene palabras extremas. Como dicen los versos, «se quitó la túnica/ y apareció desnuda toda».