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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Minijobs no, minusjobs

Las reformas laborales que tanto empleo iban a generar y que eran imprescindibles para la reactivación económica, parece que no han sido tan eficaces, sino todo lo contrario. Algunos ya lo habían advertido, pero, claro, no eran «expertos».

«El Mundo», uno de los que más urgieron a los gobiernos a que las pusieran en marcha, reconocía ayer que un año después de su aprobación, «la reforma laboral no halla consuelo. La ley diseñada para dinamizar la economía y acabar con la dualidad entre temporales y fijos se ha saldado más de 800.000 empleos destruidos y una tasa de paro juvenil del 53%». Por eso la CEOE, siempre pendiente y sensible con los problemas que acucian a la sociedad, especialmente a las capas más desprotegidas, pide minijobs, «para que los jóvenes sepan al menos qué es trabajar». Qué detalle. Solo les falta decir que pueden trabajar gratis, es decir, sin tener que pagar por hacerlo.

Sin embargo, «El Mundo» decía en su editorial que todavía «es pronto para hacer un balance más asentado», aunque, reconocía, «sí se puede concluir que la reforma no ha producido los resultados esperados», pero cuidado, porque eso «no significa que haya que impugnarla». Después decía que los 850.000 puestos de trabajo que se destruyeron en 2012, bastantes más que los 600.000 de 2011, y el espectacular aumento del desempleo juvenil no se pueden achacar exclusivamente a la reforma laboral, «pero sí se puede decir que el abaratamiento del despido ha acelerado la destrucción de empleo y el aumento del paro, provocados sustancialmente por la falta de actividad económica». ¿Y qué esperaban?

Ahora bien, según el diario pedrojotero, «la reforma ha generado también consecuencias positivas». La primera, que «el incremento de la flexibilidad laboral y la reducción de los costes de la mano de obra ha generado un aumento de nuestra productividad y, en consecuencia, de nuestras exportaciones». Ya, y si implantaran la esclavitud, aumentarían más aun. Lo cierto es que en esa dirección van, y a «El Mundo» le parece bien: «Los minijobs no serían una mala solución siempre que estuvieran ligados a la formación de los jóvenes con los controles que evitaran que se convirtieran en una forma de explotación». Imagínense en qué condiciones laborales tendrían que estar los trabajadores para que esta gente lo llamase explotación...

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