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VII CONGRESO DEL PSE

Una preocupante desconexión con la realidad circundante

Los discursos lo aguantan todo mientras no se contrastan con la realidad. El PSE parece haber repetido en este Congreso errores de desconexión con el entorno que le llevaron a perder desde el Gobierno un tercio de sus votos.

Iñaki IRIONDO

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, dio ayer su enhorabuena al VII Congreso del PSE por haber renovado su confianza en Patxi López. «Habéis elegido al mejor», les felicitó. Luego, dirigiéndose al recién nombrado, dijo: «Patxi, eres una persona que sabe liderar el partido como lideró el Gobierno, de forma moderada, pero siempre firme y con enorme calidad humana. Eres un socialista y un amigo. Todo mi apoyo, que tuviste y que tendrás cualquiera que sea el cargo que ocupes». Y siguió alimentando así la idea, que ya se daba por desactivada, de que algún día López se convierta en el líder del PSOE para tratar de conquistar la Moncloa.

Siempre sienta bien que a uno le endulcen el oído. El problema es que quien ayer hablaba de esta forma en el Palacio Euskalduna es Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que acompañó a Felipe González en los momentos más oscuros de su historia, el que fue mano derecha de José Luis Rodríguez Zapatero mientras se hundía su Gobierno y el que como candidato ha obtenido la representación más baja de la historia del PSOE en el Congreso. El Alfredo Pérez Rubalcaba que se aferra a la secretaría general del PSOE, pese a darse por hecho que no volverá a ser el cartel electoral. El dirigente que impidió la renovación que hace que el PSOE no pueda aprovechar ahora el peor momento histórico del PP.

¿Y a quién dirigía sus halagos? A una persona que, según dijo, «sabe liderar el partido como lideró el Gobierno». El resultado fue que Patxi López, siendo lehendakari, bajó de 318.112 votos a 212.809. Es decir, perdió una tercera parte de los apoyos con los que inició el mandato. Y lo hizo, además, gobernando en coalición con el PP, algo que, según todas las encuestas, ni siquiera fue entendido entre sus votantes. Ese es «el mejor», según Alfredo Pérez Rubalcaba, y así ha debido entenderlo también una mayoría del PSE.

Por lo que se ve, hay una enorme desconexión entre lo que Alfredo Pérez Rubalcaba y el sector mayoritario de los delegados del VI Congreso del PSE entienden como «lo mejor» y la percepción demostrada recientemente por el electorado.

Tras el batacazo electoral, Patxi López se lamentó de que «nuestro viejo partido se está convirtiendo en un partido viejo». Empezaron entonces los cantos a la renovación. Y el secretario general estableció sus prioridades. Esa renovación «debe iniciarse en la definición del proyecto, después en mejorar el funcionamiento del partido, haciéndolo más transparente y participativo, y en última instancia hablaremos de nombres y cargos».

Ocurre, sin embargo, que la ciudadanía analiza los cambios en orden inverso a lo descrito por Patxi López. Es decir, ¿puede alguien creer que el PSE va a cambiar su forma de funcionamiento si como secretario de Organización sigue la misma persona que ha movido los hilos internos del partido desde hace casi 20 años? ¿Va a ser él quien lo haga más transparente y participativo? ¿Y resulta esto creíble si quienes han aparecido públicamente como los mayores abanderados de esta transparencia y participación, el llamado «sector crítico» de Araba, ha sido laminado, mientras se encumbraba al «sector oficial»?

Hay puestos en un partido que se eligen mirando hacia el interior, pero el de portavoz ha de hacerse contando con el exterior. Patxi López ha elegido para la labor a Idoia Mendia, quien ya ejerció ese cometido en el Gobierno autonómico. ¿Ha hecho López una evaluación de ese trabajo antes de proceder al nombramiento? Nuevamente parece haber una enorme desconexión entre los análisis internos y los de quienes hemos ejercido de mediadores entre los mensajes de su Gobierno y la ciudadanía.

Suelen quejarse los partidos que los medios nos fijamos mucho en los cargos y poco en las resoluciones. Sucede, sin embargo, que al menos algunos preferimos fijarnos en los hechos que en los escritos. Porque resulta difícil aparecer como adalid de la lucha contra la «crisis cocinada a fuego lento durante una década por el pensamiento económico neoliberal» si no hay autocrítica de los ocho años de gobierno del PSOE en el Estado español y de los tres y medio del de Patxi López en la CAV. La resolución sobre la ética democrática suena bien, pero es posible que quienes recuerden los problemas con Hacienda que tuvo el cuñado del propio lehendakari y alto cargo del PSE en Bizkaia tiendan a entenderlo como un cuento chino. En cuanto a la resolución sobre el modelo territorial, cuando arranca con «el ataque de los nacionalismos a la convivencia común...» ya se sabe lo que viene luego.

Así que mucho va a tener que trabajar la nueva y vieja dirección del PSE en los próximos años para convencer a la ciudadanía de que este ha sido un congreso de renovación. Para eso no bastan unas pocas caras jóvenes.

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