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La industria francesa se desmarca del fraude de la carne de caballo

La aparición de carne de caballo en lasañas supestamente elaboradas con vacuno ha extendido el escándalo del fraude desde Gran Bretaña, donde se detectaron los productos, al Estado francés, cuyas empresas lo distribuían o a Rumanía, país de origen de la carne. La industria francesa y el Gobierno rumano han rechazado cualquier responsabilidad en el caso.

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GARA | PARÍS

El caso del fraude por la elaboración de productos congelados con carne de caballo en lugar de vacuno desencadenó la inspección de empresas francesas implicadas por parte de agentes de la persecución de fraudes, concretamente en la sede de Comigel, en Metz y en la de Spanghero, en Castlenaudary.

La carne que ha desatado este escándalo tiene su origen en Rumanía y habría pasado por un comerciante neerlandés y después por otro chipriota antes de llegar a la empresa francesa Spanghero y ser redirigida al preparador, Comigel, que, a su vez, lo redistribuyó como plato preparado a Findus y otros distribuidores. Comigel envía su producción de platos preparados a 16 países aunque hasta ahora solo se han retirado productos en el Estado francés, Gran Bretaña, Suecia y Bélgica.

El caso se extiende por todo Europa y cada elemento de la cadena rechaza su implicación. Responsables de la UE se reunirán en Bruselas el miércoles para abordar el problema.

El presidente francés, François Hollande, reclamó sanciones unas horas antes de que el Gobierno comenzara una reunión de crisis con el sector agroalimentario. Hollande denunció «incumplimientos» y «comportamientos inadmisibles». «Habrá que dictar sanciones, administrativas y penales, si el caso lo justifica», declaró.

Previamente, el ministro francés de Agricultura, Stephane le Foll había denunciado «a la gente que defrauda, que busca engañar» señalando como causa a la multiplicación de los intermediarios. Sin embargo, rechazó cualquier fallo en los sistemas de control del Estado.

El ministro, junto a su colega de Alimentación, Guillaume Garot, y el de Consumo, Benoît Hamon, recibió a los representantes de la industria alimentaria.

Precisamente, el presidente de la Asociación de la Agroindustria, Jean-René Buisson, negó cualquier responsabilidad y opinó que este sector ha sido una víctima: «Findus, el principal afectado, ha recibido la carne con un certificado que indica que la carne es de buey, es un problema de engaño». «La trazabilidad de los alimentos no está en cuestión, tenemos el mejor sistema en el mundo desde la crisis de las vacas locas», indicó, aunque reconoció la necesidad de mejorar «el nivel de nuestros controles».

Enfado en Rumanía

Rumanía, el país de origen de la carne, también eludió toda responsabilidad. «Hemos hecho verificaciones, no hay ninguna violación de las reglas europeas» por parte de los dos mataderos rumanos sospechosos del caso, afirmó el primer ministro rumano, Víctor Ponta, en una rueda de prensa junto al comisario europeo de Agricultura, Dacian Ciolos, y al ministro de Agricultura rumano, Daniel Constantin. «Rumanía no puede aceptar la condición de sospechoso», insistió Ponta, que dijo estar muy enfadado.

Ciolos destacó que no se trata de un problema de seguridad alimentaria, sino de «un riesgo de fraude», y que la Comisión aún no dispone de evidencias para responsabilizar a un estado o una empresa concreta.

Una de las principales asociaciones de consumidores francesa, la CLCV, calificó el caso como «un fraude digno de la Edad Media, como aguar la leche o añadir cenizas a la harina».

«conspiración»

En Gran Bretaña, uno de los países donde se ha descubierto el fraude, el ministro de Medio Ambiente, Owen Paterson, habló de una probable «conspiración criminal». Aunque subrayó que aún no hay evidencia de daño para el consumidor, afirmó que había que preparase «para malas noticias».

países bajos

Las autoridades sanitarias de los Países Bajos han comenzado una investigación para averiguar «si hay productos vendidos en el mercado neerlandés que contengan por error carne de caballo».

La cooperativa Lurberri subraya que no modificó el producto

La investigación de las autoridades francesas a la industria alimentaria por la aparición de carne de caballo bajo etiquetado de vacuno implica también a una empresa vasca, la cooperativa Lurberri. Las lasañas de Findus en las que aparecieron los primeros indicios estaban producidas en la empresa francesa de congelados Comegel, que a su vez compraba a Spanghero, en manos de Lurberri. Desde su página web, la empresa se defendió señalando que compró carne etiquetada como «buey de origen UE» y la revendió a su cliente, pero no bajo el label «carne vacuna francesa (VBF), reservada a bovinos criados y matados en Francia». Además «no hizo ningu transformación» en el producto y lo sometió a análisis que confirmaron su buen estado sanitario. Spanghero anunció que se querellará contra los responsables por posible prejuicios.

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