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PABLO BERGER | CINEASTA

«Se suele aprender más de las derrotas que de las victorias»

El bilbotarra comenzó su carrera en el cine de la mano de Álex de la Iglesia, pero hizo un alto para continuar formandose con una beca para estudiar un máster en Nueva York. Ejerció como profesor de dirección en la New York Film Academy y es cuando comienza una vida paralela como publicista y realizador de videoclips, hasta que estrena su primer largometraje, “Torremolinos 73”.

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Jaime IGLESIAS | MADRID

Lo suyo es caminar con paso lento pero seguro. Veinticinco años han transcurrido desde que Pablo Berger (Bilbo, 1963) rodase su cortometraje «Mamá» con el que se hinchó a recibir premios. Los reconocimientos se sucedieron hace una década con su debut en el largometraje: «Torremolinos 73».

Esta noche parte como favorito en la gala de los Goya con «Blancanieves», proyecto al que ha dedicado ocho años de su vida. De ganar sería el segundo cineasta de «el bocho» que obtiene de manera consecutiva el galardón tras el triunfo, el pasado año, de Enrique Urbizu.

¿Qué expectativas mantiene de cara a la ceremonia de esta noche?

Pues la verdad es que el estar metido de lleno en esta especie de montaña rusa que es la promoción de la película, me ha quitado tiempo para pensar en la ceremonia, lo cual, en cierto modo agradezco. Pero como soy de naturaleza optimista y me gusta ver el vaso lleno, de entrada espero que nos llevemos todos los premios a los que estamos nominados (risas). Luego la realidad es otra y la verdad es que si al final gana cualquiera de nuestros competidores, tampoco pasa nada, porque también se lo merecen y al final todo queda en casa.

¿Hasta qué punto pesa el saberse favorito?

Lo mejor es relativizarlo porque ir de favorito no te garantiza nada. Esto me lo recuerda continuamente Maribel Verdú que ha estado nominada ocho veces anteriormente, y sólo ha recibido un Goya. Yo mismo partía como favorito a mejor director novel por «Torremolinos 73» y al final el premio fue para Ángeles González Sinde. Así que este año hemos quedado en pensar el nombre de otro para que así, si al final resultamos premiados, la decisión nos pille con cara de sorpresa (risas).

«Blancanieves» está nominada en todas las categorías de interpretación, ¿qué supone esto?

Pues basicamente un reconocimiento a la maravillosa labor que hicieron los responsables de casting de nuestra película. De hecho aprovecho la ocasión para proponer a la Academia la creación de un nuevo Goya a la mejor dirección de casting dado que es una labor fundamental que rara vez se valora como merece.

¿Cuál es la nominación que más ilusión le ha hecho?

Sin duda la de mejor película, no porque sea el premio más importante, sino porque reconoce el trabajo de las más de quinientas personas que han participado en la película y cuyo nombre recogen los créditos finales.

A nivel comercial, ¿qué han supuesto las candidaturas? ¿han tenido reflejo en la taquilla?

Los Goya, como el resto de premios que concede la industria cinematográfica se instauraron con la idea de promocionar las películas y conseguir movilizar a los espectadores. Así ha sido y así será, esa es la verdadera función de los premios, los que hacemos películas no necesitamos palmaditas en la espalda.

En nuestro caso concreto las dieciocho nominaciones que recibimos se tradujeron en el reestreno de la película con ochenta copias que actualmente se mantienen en circulación. Si ganamos varios Goyas es previsible que el número de copias y de espectadores aumente, con lo que resulta indiscutible el efecto que tienen estos galardones sobre la taquilla.

Si bien, como acaba de decirnos, su objetivo al hacer cine no es recibir reconocimientos, supongo que en este caso, los premios que está recibiendo «Blancanieves», compensan los ocho años que ha dedicado al proyecto.

En cierta medida sí. Cuando yo empecé a mover esta película la combinación de las palabras «muda» y «blanco y negro» era considerada veneno para las taquillas y para las televisiones. Fue un esfuerzo de producción arduo y confío en que, visto el resultado y los premios obtenidos, me sea más fácil conseguir financiación para mi próximo proyecto (risas).

¿Hubo algún momento en que estuviese tentado de arrojar la toalla?

Esta profesión requiere de mucha paciencia y de mucho tesón. La fuerza de voluntad es tan necesaria como el talento, sobre todo cuando te embaucas en un proyecto en el que crees ciegamente. En este sentido para los creadores lo importante, más allá de los resultados, es el viaje porque uno siempre suele aprender más de sus derrotas que de sus victorias. Si algo he aprendido rodando «Blancanieves» es a escuchar y a dejarme llevar.

¿Hasta qué punto el éxito de «The Artist» contribuyó a despejar las dudas de la industria respecto a la viabilidad comercial de un film mudo?

De entrada no creo que rodar una película muda constituya algo tan novedoso ni tan original, se han hecho muchas. Dicho lo cual lo que sí es cierto es que nadie se había planteado rodar una película así, de gran presupuesto y dirigida no a una audiencia cinéfila y minoritaria, sino al gran público. En ese matiz está la diferencia y creo, honestamente, que el recorrido que tuvo «The Artist» derribó muchos prejuicios dentro de la industria y demostró que el que una película sea muda y en blanco y negro no deja de ser una anécdota.

Tanto como una anécdota... Supongo que también obedece a una intención.

Indudablemente. Con lo de anécdota me refiero a que al final si una película gusta, el espectador no se plantea cómo está rodada, sino si le ha emocionado, si le ha conmovido, si se lo ha pasado bien... Pero claro que hay una intención: en mi caso quería apelar a esa estética porque para mí el cine mudo sigue siendo el cine más puro, procura un placer inmediato en el espectador sobre el que genera una suerte de estado hipnótico. Nuestra idea era apelar a los orígenes para intentar hacer algo nuevo.

Sin embargo ese carácter novedoso no ha sido valorado por la Academia de Hollywood, rendida el año pasado a los encantos de «The Artist».

Tampoco he tenido tiempo para analizar detenidamente los motivos por los que, finalmente, quedamos apartados de la carrera por el Oscar a la Mejor Película Extranjera. Pero puede que, en el fondo, en Hollywood pesase la sensación de que «Blancanieves» estaba hecha a rebufo del éxito de «The Artist». Aquí, en el Estado español, la gente sabe que no es así, de hecho hace ya cinco años que aparecieron las primeras noticias sobre este proyecto, y nos hemos librado de ser objeto de comparaciones.

Ahora le queda por delante la carrera internacional de Blancanieves que no ha hecho más que empezar...

A principios de este mes la película se ha estrenado en el Estado francés donde está funcionando bastante bien a nivel de taquilla y de crítica. En marzo estrenamos comercialmente en EE.UU. y luego en lo referente a festivales hemos estado en Pusan, Estocolmo, Londres y próximamente iremos a Cartagena de Indias y Guadalajara... Esta proyección internacional nos está sirviendo para comprobar cómo una película plagada de elementos aparentemente locales, rodada en blanco y negro y sin diálogos, tiene una aceptación universal.

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