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Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS | Periodista

Las cuentas del capataz

Persona digna y divertida me contaba hace años cómo despachaba un rico hacendado de Cáceres sus cuentas anuales con el capataz del latifundio. La lista era repasada con muchísima agilidad tras la llegada del señorito desde Madrid. Una partida seguía velozmente a la siguiente hasta llegar al final, en que figuraba desde hacía años un asiento enigmático: «Por si pasa, seis mil pesetas». Aquella vez don Rufino estaba melancólico e iba leyendo despacio los renglones hasta que llegó al cargo nebuloso. «Oiga, Paco ¿qué quiere decir «Por si pasa»?». Entonces el capataz ofreció la solución del misterioso cargo: «Quite usted eso, don Rufino, que ya veo que no pasa».

Recordé la historia mientras la Sra. Cospedal explicaba los ingresos de su presidente, Sr. Rajoy, rodeándolos de elogio a su honestidad presidencial. Incluso se hacía notar que el acceso a la jefatura del Gobierno le había supuesto una mengua de los haberes que antes disfrutaba como presidente del PP. «¡Quieren ustedes mayor sacrificio!», parecía afirmar la Sra. Cospedal con el gesto. Y yo paré en seco la lectura de la información y repasé las partidas. En las declaraciones del Sr. Rajoy no constaban los gastos de su vivienda en la Moncloa; los cargos por electricidad, gas y calefacción; los salarios de la servidumbre; el desembolso por el transporte; el IBI, la alimentación... ¿Y con que dinero se abonaba? Ya sé que todo lo apuntado puede cargarse a gastos de protocolo o a los fondos de libre disposición, que son fastuosos. En fin, cosas satisfechas por el país. Dada esta realidad al presidente se le pueden pagar cuatro euros y ahorra. Entonces murmuré la frase: «Tache usted las cuentas, doña Dolores, que veo que no pasan».

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