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Raimundo Fitero

Satélites

Las imágenes que nos llegan de los lugares de Rusia donde dicen cayó un meteorito parecen el trailer de una película o un spot publicitario. Cuando aparecen los paisanos heridos, toman otra vía de verosimilitud, pero cuando escuchamos las traducciones simultáneas de las narraciones de los hechos, nos quedamos perplejos, ya que vuelven a sonarnos a una consigna, a una reiteración de frases que todas nos cuentan lo mismo, en el mismo tono, como si no hubieran matices. No intento negar la caída del meteorito, ni que los hechos sucedieron como se nos explican, lo que remarco es que hemos llegado a un grado de incredulidad ante lo que se nos ofrece por el electrodoméstico esencial que todo depende de la actitud de cada televidente.

La vida política está llena de meteoritos y satélites del planeta corrupción, algunos de un poco más acá, del planeta desorientación, y así vemos como hay cientos de cámaras para retratar el paseíllo de los imputados en el caso Urdangarin camino del juzgado, para sacar la misma foto. Y después nos cuentan parte de sus declaraciones, exactamente lo que les interesa, pero que en cualquier caso nos colocan ante lo ya sabido, que las aguas fecales llegan al Palacio de La Zarzuela donde incluso debió celebrarse alguna reunión del núcleo duro del clan trincador. Los programas clónicos de la noche sabatina en Telecinco y La Sexta, de ello vivieron agriamente.

Se cree, o no se cree. Lo mismo que las escuchas y espionajes que consideramos a la ligera como de Mortadelo y Filemón, y que está tomando un cariz bastante desastroso para la credibilidad del sistema, de los partidos y de los políticos que dan la cara, para que veamos que es my dura. Lo de Bárcenas es un regalo para los humoristas. Pero el síntoma más evidente del marianismo indecente. Y nos queda suelta una cuestión que nos parece muy coherente, sacar de la manifestación de la PAH a los políticos de oficio. Uno, el más caradura de todos, López Aguilar, exministro zapaterista y tronista caduco. La otra, la nueva estrella fugaz, Beatriz Talegón, que huele a oportunista que apesta. Cuidado con los meteoritos y satélites que pululan por todas las organizaciones.

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