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Nick Cave regresa con su admirado sermón melancólico y lóbrego

La historia del australiano Nick Cave es la de un tipo entre el comprensible desconocimiento de quienes siguen los fáciles caminos del sur y los de aquellos que miran al polo celeste. En Euskal Herria es un personaje admirado tanto por sus aventuras crispadas y convulsas como por las canciones más abiertas y hermosas. «Push the sky away» es su nuevo álbum, trabajo que nos muestra al Cave intimista, de verbo predicador, de exposiciones desnudas.

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Pablo CABEZA | BILBO

«Push the sky away» es el disco número quince en estudio de Nick Cave con Bad Seed. Con una carrera estable, posiblemente saneada, y la certeza de que las relaciones entre los diferentes niveles de la música han cambiado, Cave publica para su propio sello discográfico. El lugar elegido, en febrero del año pasado, fue Saint-Rémy-de-Provence, en el Estado Francés.

Para Occitania se lleva no menos de once canciones grabadas primero en Sing Sing de Melburne, después retocadas en Brighton (donde vive ocasionalmente) y finalizadas en La Fabrique, en una casona rústica del siglo XIX donde estrechas calles y naturaleza se cruzan con el talento de uno de los artistas con más personalidad y talento de la historia moderna.

Al otro lado de los muros, entre jardines y sillas forjadas en hierro, con la tecnología impropia de la esencia de la piedra, Nicholas Edward Cave, de 55 años, cincela nueve canciones para la versión común del cedé. Todas con una ambientación entre lo evanescente y el denso sabor de la carne de años.

En realidad, Nick Cave utiliza la fórmula de los discos más próximos en el tiempo para «Push the sky away». Por tanto, arreglos de cuerda, de piano, de voces femeninas, ligeras guitarras, ritmos ralentizados y su poética y sobria voz, ya sin tanto timbre metálico, sin esos medios y graves tan expresivos, pero aún convincente, amable y turbador.

Continúa Cave siendo el músico manso y rebelde con letanías que perforan corazones con canciones tan ensimismantes e hipnóticas como «Jubilee street», impresionante.

Graba con camisa blanca espaciosa, otras veces con una blanca y dibujos azules. Su pelo teñido de negro y sus ojos de verde eléctrico. Mick Harvey no está ya a la guitarra, abandonó el proyecto en 2009, Con Nick graba Warren Ellis, un veterano e íntimo amigo con la pirámide invertida de Keops reflejada en sus barbas, es su mano derecha. Ellis es un multiinstrumentista australiano, como Cave, de gran talento. Un Bad Seed, un Grinderman (otra de las proyecciones musicales de Nick), un Dirty Three, un compositor de bandas sonoras y gran arreglista. Y están Martyn Casey, Thomas Wydler, Jim Sclavunos, y Conway Savage, todos músicos veteranos que apuestan por una vida suficiente, pero sin bajar a las cloacas del dinero.

En uno de los puntos de grabación del estudio, el suelo está colmado de pedales, síntoma de la búsqueda del detalle a pesar de la laxa presencia de guitarras.

La portada del disco es de extremo buen gusto. Cave sostiene abierta una puerta para que pase una luz de blancos quemados, a su derecha la estilizada figura de Susie Bick, modelo británica y actual compañera de Nick, aparece desnuda en un gesto estéticamente perfecto.

El disco se pone hoy a la venta con la habitual mezcla de posibilidades: normal, 9 canciones, deluxe, con dos temas extras..., y versión en vinilo.

«Push de sky away», sin secretos, suave y seductor

Nick Cave, quien expresó su deseo hace años de que su apellido se leyera Kavay, nació en el 57 en un pequeño pueblo australiano llamado Warracknabeal. Su padre fue profesor de literatura, por lo que parece lógica la afición de Cave por esta. A finales de los setenta atraviesa su periodo punk, pronto enfrentado a una aireada gama de sonidos abstractos, góticos, ruidosos, after-punk..., en especial al lado de Birthay Party, formación con residencia en Berlín. Tras la disolución de la banda en el 84, con Cave sumido en las drogas, surge la experiencia Bad Seed, la propia carrera en solitario, principalmente desarrollada en directo, diferentes bandas sonoras para cine y teatro, en estos casos casi siempre al lado de Ellis, novelas, escritos... y Grinderman.

A cinco años de «Dig, Lazarus, Dig!!!» Cave regresa con «Push the sky away», un disco de sensaciones, relajado, sin distorsiones. De apariencia sencilla, cada canción recorre un mundo de arreglos donde teclas y cuerda se reparten la responsabilidad. Ya hemos mencionado que la canción más completa es «Jubilee street», de aire Johnny Cash, que tampoco extraña dada su amistad con el vaquero celestial y las versiones que de este ha realizado a lo largo de su vida. «Water's edge» es el puro Cave que todo lo envuelve: percusión, liturgia, cuerda, teclas... «Mermaids» es maravillosa, el estribillo gana. Los siete minutos de «Higgs boson blues» son lo más quejoso del álbum junto con la canción que da título al disco. Cave sin secretos, suave y seductor.

P.C.

EN LOS LÍMITES

Nick Cave, al que tantos músicos vascos siguen e idolatran, conoce todas las trampas del destino: el éxito, las drogas, el desarraigo, el amor y el olvido, el renacer y el nuevo adiós, la música turbia, las notas diáfanas... Y, todo, con los matices de cada tiempos, se encuentra en «Push the sky away».

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