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Un suelo para la paz

La boutade del Gobierno español de reducir la declaración que ETA hizo ayer en París a un intento de calentar el congreso de Sortu resulta significativa de su total falta de razones. Una pobreza argumental que contrasta con el novedoso contenido de la declaración leída por Garikoitz Azpiazu; y una parálisis que sobresale negativamente frente a la voluntad de avanzar decididamente hacia la paz y la resolución definitiva remarcadas en la capital francesa.

Ningún observador imparcial pondrá en duda la importancia de la declaración de ayer, por varios motivos: el escenario (un tribunal especial que se dispone a dictar fuertes condenas), los portavoces del mensaje, el momento de bloqueo en que llega... Pero sobre todo es valioso por la dirección que marca, por el grado de compromiso que muestra y por las novedades que incluye, como la petición de disculpas a «todos los ciudadanos que, sin tener ninguna responsabilidad en el conflicto, han sido perjudicados por la actuación de ETA». Sería lamentable y decididamente absurdo que ante ella Madrid -y su secuela de París- no tengan más respuesta que una nueva huida hacia ninguna parte para intentar eludir su responsabilidad en la resolución definitiva del conflicto.

La declaración, además, sitúa la cuestión en el punto real y no en el escenario que anunciaban algunos portavoces políticos insistiendo en que se esperaban noticias sobre un inicio de desarme de ETA. La propia Comisión Internacional de Verificación aclaraba ayer que no prevé tal cosa en este momento, lo que debería sonrojar a quienes se escudan en la «discreción» cuando se les pregunta qué van a hacer y paradójicamente se muestran locuaces cuando se les plantea qué deben hacer los demás. Al margen de frivolidades, el mensaje de París sí constituye una noticia relevante para la construcción de una paz justa y duradera, puesto que pone el foco sobre una cuestión de mucho más calado y recorrido que el que tendría un eventual gesto unilateral: la agenda de diálogo para llegar hasta el final del proceso de resolución.

Ese es el suelo válido para edificar un futuro sólido de buenas noticias. Y la voluntad explicitada ayer por ETA deja entrever que parapetarse en excusas, desviar el debate o tratar de huir eternamente hacia la no-solución no les va a servir de mucho.

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