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Atrapado en la crisis social y política, Túnez sigue buscando un nuevo primer ministro

Mohamed HASNI (AFP) | TÚNEZ

Después de las consultas de la presidencia con el partido islamista Ennahda no ha surgido ningún candidato al puesto de primer ministro, al día siguiente de la dimisión de Hamadi Jebali, y el país sigue atrapado en su peor crisis desde la revolución de 2011.

«Por el momento, no hay nombres» declaró el líder de Ennahda, Rached Ghanouchi, tras su entrevista con el presidente, Moncef Marzouki. Admitió haber hablado con Jebali para que acepte dirigir el futuro gobierno a pesar de su dimisión el martes, por el fracaso de su iniciativa para formar un gabinete de tecnócratas, un proyecto torpedeado por su propio partido, Ennahda. Ghanouchi dijo que quiere encontrar una solución antes del fin de semana. El portavoz de la presidencia, Adnène Mancer, subrayó que el asunto está en manos de los islamistas y que espera que se conocerá un nombre hoy mismo.

Se han mencionado varios candidatos, como el ministro de Salud, Abdelatif Mekki, pero no se excluye la vuelta de Jebali. En efecto, el primer ministro dimisionario y número 2 de Ennahda, atrajo los elogios de la oposición laica, grupos sociales y un amplio sector de la sociedad civil por su gestión en la crisis que se desencadenó por la muerte del opositor Chukri Belaid el pasado 6 de febrero.

Confianza en Jebali

Dos dirigentes de la oposición aún señalaron ayer, después de su encuentro con el presidente, que están a favor de un gobierno limitado que mezcle políticos y «tecnócratas» y dirigido por Jebali. Samir Bettaieb, dirigente de Al Massasr, declaró confiar en Jebali. «Le apoyamos porque se ha ganado la credibilidad» señaló Issam Chebbi, del Partido Republicano. El propio Jebali afirmó que su discurso de dimisión que no se incluiría «en ninguna iniciativa que no fije la fecha de las próximas elecciones» y «no esté al margen de las presiones políticas».

La vida política tunecina lleva meses paralizada por la incapacidad de la Asamblea Nacional de redactar la Constitución y fijar un calendario electoral. La crisis se agravó con la muerte de Chukri Belaid. El día del atentado, Jebali propuso el gabinete de tecnócratas para evitar el caos, pero su propio partido hizo fracasar el proyecto insistiendo en su legitimidad electoral para gobernar.

París, Berlín, la UE y parte de la prensa tunecina alabaron el gesto de la dimisión, pero también recogieron las dudas sobre el futuro del país.

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