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RUGIDOS ROJIBLANCOS | Beñat ZARRABEITIA, PERIODISTA Y Socio del Athletic

Cita con la autoestima

 
 

En circunstancias normales, el partido ante la Real hubiera centrado toda la atención de la semana en Bilbo. Sin embargo, el entorno rojiblanco ha estado más preocupado por las dos derrotas consecutivas cosechadas ante Espanyol y Málaga, el relevo en la portería, el balance de los 100 encuentros de Bielsa y, sobre todo, con las futuras ubicaciones de las y los socios en el nuevo campo. Todo, mirando siempre de reojo a un derbi que supone también la apertura de un ciclo de choques que llevará a Valencia, Madrid y Barça a despedirse de la Catedral.

Suele decirse que en un derbi la clasificación no importa y que las fuerzas suelen igualarse. Uno no está muy de acuerdo con esa afirmación. Es cierto que la motivación invita a que los partidos sean más equilibrados pero no es menos cierto que la calidad también suele aparecer. Sin ir más lejos, el año pasado Susaeta decidió el partido de San Mamés y Llorente -cuando tenía la cabeza en el Athletic- el de Anoeta.

En esta ocasión la Real llega mejor por méritos propios. Montanier ha construido un bloque joven y sólido con el que los txuri-urdin intentarán estar en la pelea por Europa hasta el final. Lo deberían hacer sin presión, todo lo contrario a lo que viene acompañando a los rojiblancos. Las expectativas, rendimiento, ilusión y posterior frustración de la temporada pasada han alimentado un cóctel que ha bloqueado física y mentalmente a un equipo que cuenta con un potencial deportivo que le debería capacitar para luchar por metas más importantes.

El Athletic no tiene peores jugadores que la Real Sociedad, ni mucho menos, más bien al contrario, y la trayectoria personal y colectiva de casi todos ellos en los últimos años así lo demuestra. Sin embargo, en el fútbol se vive del presente y la realidad actual dicta que los txuri-urdin sacan 11 puntos a los leones. Demasiada diferencia para el plantel y las posibilidades de uno y otro, pero tal y como dice Jorge Valdano «el fútbol es un estado de ánimo» y el de los rojiblancos -dentro y fuera de la caseta- no es el mejor.

Por ello, la vieja Catedral, un campo en el que el Athletic siempre cuenta con al menos las mismas posibilidades de ganar que su rival y en el que han hincado la rodilla 23 campeones continentales a lo largo de su mítica historia, debe otorgar hoy un plus a los leones. Es el último clásico vasco en San Mamés. Tres puntos que, además de romper la mala racha y acortar distancias, deben servir para que futbolistas y afición eleven su autoestima. Ganar no será fácil, pero los leones cuentan con argumentos y calidad suficiente para hacerlo. En ese camino, seguro que la afición de La Catedral también dará un enorme empujón a sus jugadores.

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