UPN celebró ayer en Tafalla su último Consejo Político donde se atarán los últimos detalles de cara al Congreso del 17 de marzo. Esta cita, en otras ocasiones trivial, es trascendental para la pugna de poder. El sector que lidera Yolanda Barcina y el que sustenta a Alberto Catalán han presentado varias enmiendas a votación y servirán para medir las fuerzas de los bandos.

Por otra parte, existe un sector notable dentro del partido que lo que busca es lograr un entendimiento entre ambos que impida un enfrentamiento que dejará muy debilitado tanto al partido como al actual Gobierno navarro.

Carlos García Adanero (actual secretario general de UPN) y el expresidente Miguel Sanz llevaron una propuesta en la que Barcina seguiría siendo la presidenta y Catalán su número dos, aunque quedándose con la mayoría del control del partido. Lo que plantean es resucitar el pacto al que llegaron Barcina y Catalán con algún retoque favorable a la presidenta. Sin embargo, para el sector de Barcina es demasiado tarde y la confianza está rota. Por ello han planteado otra enmienda incompatible con la que impulsa Sanz.

Más allá de las diferencias personales que existen entre Barcina y Catalán, lo que está en juego es la línea estratégica del partido. La presidenta lidera la corriente más ideologizada, afín al PP, y que cuenta con el apoyo de importantes sectores cercanos al Opus de Iruñea. Por su parte, Catalán tiene tras de sí a gran parte de las bases del partido de Erribera. Su visión es más pragmática y apuesta por mejorar el entendimiento con el PSN, pues considera que un pacto fuerte y sólido con Roberto Jiménez es la mejor garantía para mantener el control de Nafarroa y cerrar el paso al nacionalismo.

Del resultado de esta pugna interna depende en gran medida el actual gobierno de Nafarroa y puede que el siguiente.