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«De los golpes se aprende. Todos juntos saldremos adelante», invitaba ayer el señalado Raúl

Leones tocados ¿y hundidos?

Algunos detalles evidencian que los jugadores empiezan a ser presa de la ansiedad y que anímicamente cada partido van a peor.

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Joseba VIVANCO

«El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peores; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones». ¿Cuántas veces habremos oído o leído este mandamiento del catecismo bielsista en estos van para dos años del argentino en la banqueta del Athletic? Hoy, ni sus frases y pronunciamientos más recurrentes sirven ya para sicoanalizar al cadáver moral en que se ha convertido este equipo. Sobran las palabras grandilocuentes. Son unos walking dead que intentan sobrevivir en una tortura liguera para la que no encuentran antídoto. Pero quizá, lo peor es que ni siquiera el propio Marcelo Bielsa parece saber cómo alegrarles el día y desde luego que hará falta mucho más que un par de trucos de magia o un monólogo jocoso.

Pasada la medianoche del viernes, mientras decenas de seguidores realistas jaleaban la salida de San Mamés de cada uno de sus héroes, una sombra dejaba el estadio rumbo al cercano parking de la sede de ETB. Era un Aritz Aduriz con el `choto' de su sudadera sobre la cabeza. Mientras un solitario aficionado rojiblanco le perseguía unos metros para chocarle la mano y desearle ánimo, otros dos corrían tras él para pedirle una foto. «No estoy para fotos», se giraba sin detenerse. Su cara lo decía todo. La misma que tenía en el banquillo tras su cambio. La imagen de un ganador nato que no entiende lo que está pasando, la soledad de quien rumia la desilusión, de quien se sigue preguntando por qué. No le salió nada al donostiarra ante sus paisanos, como en los últimos tres o cuatro partidos. Está tocado. Pero como el resto.

Raúl reflejaba tras el segundo gol todos los males de este equipo y exteriorizó esa frustración cuando lanzó un balonazo a la afición realista, algo que luego calificó de «calentón» y dentro de la «impotencia»; Iraola, el que no rompe un plato, lleva dos partidos peleado con rivales y colegiados; un molesto Herrera no solo fue el primero en marcharse raudo del césped, sin saludar al contrario, sino que ha decidido erigirse en abanderado de la lucha contra los fantasmas arbitrales, fuera y, peor todavía, dentro del campo; Muniain juraba en arameo al enfilar el túnel de vestuarios para luego sacar su vena más macarra, que había abandonado en las ruedas de prensa y -¿a quién se le ocurrió que se pusiera delante de los micrófonos tras el partido?- arremeter contra el origen navarro de Undiano Mallenco. Incluso Radio Popular aseguró que el de la Txantrea rompió a llorar en vestuarios. Hilillos de plastilina, que diría Mariano Rajoy, que salen de la nave rojiblanca.

Porque no es que haya un solo problema, el problema es que en cada partido aparece uno, nuevo o que se pensaba superado. Cuando no se trata de fallar arriba, se falla atrás; o cuando no se comienzan los partidos con una caraja del siete, pasa como el viernes que le empatan y el juego del equipo se viene abajo; o cuando no, tu jugador más decisivo cara a gol deja de serlo y no hay recambio... Demasiados hilillos hasta para ese Bielsa al que no le preocupa bregar en soledad. Mientras tapona uno, la plastilina se le escapa por otro. Y un partido sí y otro también. Y eso mina la moral de los jugadores. Porque con cada error, aparecen los fantasmas.

Y Osasuna en el horizonte

Semana dura, y más cuando en el horizonte está la visita a uno de los campos de la Liga donde más aprieta su público y donde grada y jugadores rojillos esperarán a los bilbainos con el cuchillo entre los dientes. Nueva prueba de vida para Raúl, sin el sancionado Muniain, con la expectativa de si Bielsa se atreverá a darle la alternativa a Saborit en el lateral izquierdo en detrimento de un Aurtenetxe que sigue sin estar, con un banquillo que no ofrece garantías...

No se acaba de ver luz al final del túnel, Marcelo Bielsa parece hasta resignado y sin soluciones, la afición... a la paciente afición, que diría el argentino, ni siquiera le queda el recurso de echar ya la culpa a Iraizoz. Solo le resta el lastimoso consuelo de que hay tres equipos al final de la tabla que lo hacen peor que su Athletic. «De los golpes tambien se aprende. Todos juntos saldremos adelante, sin duda!», tecleó ayer Raúl en su Twitter. Tocados, ¿pero no hundidos?

escaso iraola

El del derbi fue el primer partido de esta Liga en que el lateral Andoni Iraola no fue el jugador rojiblanco que más pases dio; es más, fue el quinto del equipo, lo que da idea de su escasa participación en el juego.

balones robados

Entre Iraola y Aurtenetxe, laterales rojiblancos, robaron cuatro balones al rival, tres de ellos el primero; por contra, los dos laterales realistas, De la Bella y Carlos Martínez, robaron quince balones entre ambos.

A Muniain le pierde la boca con Undiano

«Ya sabemos por qué me ha sacado la tarjeta. Ya sabemos de donde es Undiano Mallenco y contra quien jugamos la semana que viene. Si te paras a pensarlo, encuentras la explicación», soltó Iker Muniain a los micrófonos de Radio Euskadi tras el partido y ver la quinta amarilla que le impedirá estar en Iruñea. «No vamos a ser los tontitos de siempre y dejar pasar las cosas porque al final te dan por todos los lados», se justificó. Y zanjó su salida de tiesto con un «no me parece lógico que un árbitro navarro arbitre un derbi Athletic-Real Sociedad». GARA

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