«El presidente Karzai ha ordenado al ministro de Defensa que haga salir a las fuerzas especiales americanas de la provincia de Wardak en las próximas dos semanas», declaró el portavoz del jefe del Estado, Aimal Faizi, en una rueda de prensa.

«Las fuerzas especiales americanas y los grupos armados ilegales que han creado generan inseguridad, inestabilidad, y acosan a los ciudadanos de esta provincia. Torturan y matan», añadió.

Como ejemplo, un comunicado de la presidencia relató que «nueve habitantes de esta provincia fueron capturados durante una operación y no se sabe más de ellos. Igualmente, un estudiante fue detenido en su casa, dos días después se encontró su cadáver degollado bajo un puente».

«Los americanos niegan estas operaciones y dicen que sus fuerzas no son responsables», afirma el comunicado.

«Nos tomamos estas acusaciones de mala conducta en serio. Estamos trabajando diligentemente para determinar los hechos relacionados con las mismas», respondió un portavoz de las fuerzas estadounidenses. «No haremos más comentarios hasta que podamos hablar de este tema con los representantes de alto nivel del gobierno afgano», añadió.

Queja de la población

La decisión presidencial llega después de la investigación que se llevó a cabo cuando los habitantes de Wardak acudieron a quejarse a Kabul, precisó Aimal Faizi. A menos de dos años de la retirada prevista del país de la mayor parte de las tropas de la OTAN, el presidente Karzai muestra regularmente sus quejas sobre los bombardeos estadounidenses sobre su territorio, que frecuentemente afectan a civiles. Esta misma semana, Karzai había emitido una orden que prohíbe al Ejército solicitar asistencia aérea a la OTAN durante ofensivas militares en zonas habitadas por el riesgo que conllevan para la población civil.

Wardak es un territorio clave por su proximidad a la capital. La presencia de insurgentes en esta zona hace difícil el transporte por carretera en dirección a Kandahar y a las provincias del sur.

A pesar de once años de invasión y de la movilización de 130.000 soldados extranjeros, la coalición occidental, que ha formado a marchas forzadas a 352.000 soldados y policías, no ha podido someter a los rebeldes, aún muy activos en operaciones de guerrilla.

La población afgana, con poca confianza en sus fuerzas de seguridad, teme que los «señores de la guerra» que se mantienen en puestos claves del poder, desencadenen otro conflicto después de 2014.