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«Los músicos de hoy tenemos que saber cómo funciona nuestro mundo para sobrevivir»

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Judith Jauregui

Pianista

La pianista donostiarra Judith Jauregui, tras su primer disco dedicado a Robert Schumann, vuelve al mercado discográfico con un homenaje a la gran pianista Alicia de Larrocha, que contiene obras de Granados, Falla y Albéniz y que ha sido editado por el nuevo sello creado por Jauregui, Berli Music.

Mikel CHAMIZO | BILBO

Tras un año de trabajo en la puesta en marcha de su propio sello discográfico, Judith Jauregui ve por fin en el mercado su segundo disco, dedicado a Alicia de Larrocha. Anoche lo presentó en el Festival Musika-Música, en un recital con obras de Granados, Falla y Albéniz que repetirá esta tarde a las 17.00.

¿Por qué iniciar su aventura discográfica con el sello Berli con un CD dedicado a Alicia de Larrocha?

La verdad es que antes del sello nació el disco, y este, a su vez, viene de unos conciertos en homenaje a de Larrocha. Siempre me gusta hacer proyectos relacionados con el año en el que estamos, con los compositores o músicos que celebran su efeméride. Coincidía que este 2013 hubiera sido el noventa cumpleaños de Larrocha, y pensé en preparar un recital con el mismo programa que ella dio en el Wigmore Hall en los años 50, y que fue uno de sus primeros éxitos internacionales. Luego pensé que merecía la pena que ese homenaje quedase plasmado en un disco.

¿El del disco es el mismo programa que tocó de Larrocha en Londres?

El del disco finalmente no. Pensé que sería mejor decantarme por un monográfico de música española, de la que Larrocha fue gran maestra y representante en todo el mundo. Al principio iba a irme por el lado más moderno, por Montsalvatge y Mompou, que eran amigos de Larrocha y por los que siento debilidad, pero me gusta que los programas sean redondos y, al final, fuimos a por un programa más clásico. Ya habrá tiempo para Mompou y Motsalvatge.

¿Por qué ha elegido, en concreto, esas tres obras de Granados, Falla y Albéniz?

Los he elegido porque son una parte del repertorio español con el que me siento más cómoda. Los «Valses poéticos» de Granados, por ejemplo, son muy schumanianos, su inicio es muy similar en espíritu al de Papillons, que es la obra con la que abrí mi primer disco dedicado a Schumann, «El arte de lo pequeño». En cuanto a las «Cuatro piezas españolas» de Falla, las llevo tocando desde que era pequeña y las tengo tan interiorizadas que era el momento de llevarlas al disco. Por último, la «Suite española» de Albéniz, la he elegido porque me parece incluso más redonda que «Iberia». Es igual de maravillosa, pero mientras que «Iberia» es larga y densa, aquí, en solo 35 minutos, Albéniz consigue representar perfectamente bien lo que son las distintas latitudes de la península ibérica.

Me comentaba el pianista Luis Fernando Pérez, que precisamente va a interpretar «Iberia» en el Musika Música, que él tuvo que hacer una profunda labor de investigación de las partituras originales para escapar de la influencia de Larrocha. Que ella tenía tanta autoridad con este repertorio que las nuevas generaciones de pianistas tienden a reproducir acríticamente su forma de tocar.

Es verdad, Larrocha tenía una personalidad arrolladora. Convertía su interpretación en la versión definitiva de esa obra. No obstante, me parece maravilloso que sea ella el punto de partida para el resto de los pianistas, porque se trata de versiones muy potentes. Yo no he querido escapar de ella, Alicia es Alicia y, aunque le rinda este homenaje, yo no me considero a su altura y nuestras personalidades son totalmente diferentes. Somos mujeres distintas. En este siglo XXI el pianismo ha cambiado completamente: Ella es una autoridad de las de antes, su trabajo es un pilar fundamental al que siempre podemos ir a sujetarnos. Pero ahora todo es más flexible, estamos interconectados de una manera muy compleja en un mundo en el que todo va muy rápido. Eso implica también un cambio en la mentalidad de los pianistas, que yo detecto sobre todo en la flexibilidad con el que se aborda el tempo y la libertad al expresarse emocionalmente. Si Larrocha es algo vertical, robusto, nosotros somos más horizontales.

¿Por qué ha decidido lanzarse a la aventura de crear su propio sello editorial?

Reconozco que es una apuesta con la que me he arriesgado completamente, y no solo en el aspecto económico sino en todo el año de trabajo que lleva detrás. Muchos meses en la sombra, con mucha pasión y durmiendo muy poco. Pero he luchado por ello porque quería ser una pianista libre, de ahí el nombre del sello, Berli, que contiene las mismas letras. Tenía propuestas de varias discográficas, alguna realmente importante, pero la balanza entre lo que me aportaban y a lo que me obligaban estaba completamente descompensada. Así que decidí tomar mi propio camino, porque en la música es fundamental la libertad -en el caso del pianista, empezando desde la misma muñeca-. Si va bien, podré decidir mi camino discográfico y darle la forma que yo quiero a mi carrera.

¿Qué línea va a seguir el sello? ¿Contará con otros intérpretes además de usted?

De momento, Berli nace para dar a luz a este proyecto y, en general, los míos. Y no es excluyente, también estoy abierta a trabajar con otros sellos. En cuanto a otros intérpretes, es una posibilidad muy presente. Tengo amigos que son fantásticos músicos y que, a pesar de estar triunfando, aún no tienen discográfica. Berli puede ser un punto de apoyo para ellos.

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«Larrocha tenía una personalidad arrolladora. Convertía su interpretación en la versión definitiva de esa obra»

GAIA

«No he querido escapar de ella, Alicia es Alicia y, aunque le rinda este homenaje, yo no me considero a su altura y nuestras personalidades son totalmente diferentes»

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«Quería ser una pianista libre, de ahí el nombre del sello, Berli, que contiene las mismas letras. Tenía propuestas de varias discográficas, pero la balanza entre lo que me aportaban y a lo que me obligaban estaba completamente descompensada»

«Hay un poco de snobismo con los pianos»

¿Es verdad que ha usado un piano del donostiarra Imanol Lizaso para la grabación?

Sí, aunque ha sido más fácil de lo que parece, porque Lizaso se ha mudado a Madrid y tiene sus pianos aquí, así que moverlo hasta Getafe, donde grabamos, no resultó tan complicado. Antes y durante la grabación, una de mis principales preocupaciones ha sido la calidad del sonido del piano, y Lizaso tiene un Steinway del que estoy enamorada desde la primera vez que toqué en él. Tiene un sonido muy dulce y cantabile en el registro central, pero al mismo tiempo es muy potente. Es brillante pero tampoco excesivamente, así que siempre suena equilibrado. Y no tiene un sonido metálico, sino esa calidez de la madera antigua, que me encanta. Además he tenido a Lizaso a mi lado constantemente, afinando varias veces al día.

¿Suele ser muy quisquillosa con los pianos en los que toca?

Ya me gustaría ser más quisquillosa, pero en mi gira por Serbia tuve que tocar hasta en un piano con las teclas rotas. Creo que mi obligación es sacar música con lo que me pongan, pero claro, si el piano ayuda todo es mucho más sencillo. Un piano malo puede ser una frustración, pero también creo que en el mundo del pianismo hay un poco de snobismo con respecto a los pianos. M.C.

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