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DERBI EN EL SADAR

Compromiso, amigo

 

Joseba VIVANCO

Déjate de imagen: clasificación, amigo. Tres puntos, estamos ahí, hay que hacerlos buenos. Me imagino que te irás súper contento a Bilbao», le espetaba Joaquín Caparrós a un periodista precisamente tras un horroroso pero valiosísimo 0-1 en El Sadar ante Osasuna. Era abril de 2011. Hoy, según las cuentas de la lechera de Marcelo Bielsa, su Athletic debería tener ahora 17 puntos más, es decir, tres menos de los que calculó el jueves pasado. Porque ayer los rojiblancos no se merecieron la victoria si hacemos caso a esas mismas cuentas del argentino: 21 remates rojillos, 7 rojiblancos; 39 llegadas rojillas al área, 21 rojiblancas; 58% de posesión rojilla, 42% rojiblanca. Pero el fútbol, ya se sabe, hoy te quita y mañana y te da, y esta vez se lo dio a unos leones que en la primera parte, si Osasuna sabía a qué jugaba, el problema del Athletic es que no se sabía a qué jugaba. Es verdad que buena parte de culpa la tuvieron los navarros, pero qué horror de primera mitad la de los de Bielsa, en la que salvó los muebles un Gorka Iraizoz que se reivindicó, demostró su mentalidad a prueba de pitos y abucheos e hizo respirar aliviado al propio argentino. Porque por lo demás fue un horror tras otro en defensa, San José sin dar un pase al compañero, Iraola superado siempre, un Aduriz en su islote, Iturraspe maniatado por los rojillos, De Marcos desaparecido, Herrera otro tanto, sin bandas... nada de nada. ¡La de pelotas que puede errar -que diría Marcelo- este equipo! ¡Lo que sufre este equipo para defender a balón parado! El final de ese primer tramo reveló unos datos que ilustraban lo sucedido y el irreal Athletic que se vio: 10 remates de Osasuna por solo 2 del Athletic, además de la pérdida de posesión del balón. Y menos mal que las estadísticas no cuentan los pelotazos, porque a falta de una mínima pericia técnica, unos atenazados rojiblancos hicieron el juego más británico de toda la temporada. Directo, pero en su caso a ninguna parte.

Tras la reanudación, el partido, el juego, el dominio se equilibró. El Athletic mejoró, activó de pronto su banda derecha, Llorente entraba por su desasistido Aduriz que había tenido el gol en su cabeza y la falló. Y ahí llegó la jugada determinante. Le insistía Bielsa el jueves en Lezama a Ibai que golpeara también con su zurda; el de Santutxu no le hizo caso, metió un balón con el exterior de su diestra y Susaeta lo voleó e hizo el gol de la jornada. Merecidísimo para un futbolista por cuyas venas corre el Athletic. Era el minuto 63. Mazazo para Osasuna, mazazo para El Sadar. A partir de ahí, Mendilibar echó el resto con Massoud y Joseba Llorente y Bielsa contrarrestó con Ekiza como tercer central. El Athletic apretó los dientes, juntó filas, se desgastó, fue solidario, pasó enormes apuros, Osasuna rondó el empate, sufrió como nunca y terminó expresando toda su rabia y alegría con el pitido final, en el centro del campo, abrazados, apiñados, soltando el lastre de una semana dura, muy dura, tras tres derrotas consecuetivas. Una victoria no merecida, pero por tantas derrotas inmerecidas. Propusieron poco fútbol los leones, pero salvaron con casta el órdago en un campo muy complicado. Tres puntos de oro, arreón moral y lo más relevante, la evidencia de que este equipo está comprometido, que rema en la misma dirección y que saldrá de esta pese a quien pese. Sumar puntos y sumar compromisos, voluntades. Tres puntos que deben ser seis ante el Valencia. Tres puntos, qué tres puntos...

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