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ANÁLISIS | ENTIDADES FINANCIERAS VASCAS

Kutxabank. Sobre imprudencias

Los autores del análisis ponen en duda la gestión de un banco que se resiste a financiar a las pyme y que no dudó en adquirir CajaSur e intentar hacer lo mismo con entidades insolventes como CAM, CCM o CatalunyaBank. Ningún ejecutivo de Kutxabank ha dimitido o ha sido cesado por haber propuesto invertir en Cajasur en una entidad que dice estar al límite de sus recursos.

EKAI Group

Las declaraciones del presidente de Kutxabank, Mario Fernández, ante los medios de comunicación el pasado 1 de marzo, dentro de un enfoque general un tanto confuso, pueden considerarse clarificadoras desde un punto de vista central en algunas de las estrategias de esta entidad. En relación con la solicitud del Gobierno vasco de una mayor implicación en la financiación de las pequeñas y medianas empresas, el presidente afirmó, de forma rotunda y repetida, que Kutxabank hace todo lo que puede hacer para atender la demanda de crédito de nuestras empresas y que no puede hacer más sin poner en peligro la solvencia e independencia de la entidad.

Las afirmaciones en este sentido fueron constantes a lo largo de la comparecencia. No pueden pedirse más esfuerzos a Kutxabank porque este banco «gestiona el dinero de sus clientes» y, por lo tanto, tiene que evitar actuaciones imprudentes.

Según el texto de El Correo: «Kutxabank quiere evitar a toda costa cualquier imprudencia que dinamite su cuenta de resultados -y, por ende, su aportación a la Obra Social en Euskadi- y su actual independencia ...». Y, citando al presidente de la entidad, «conservar esa libertad, ese derecho a decidir, es nuestro primer objetivo». El mensaje es meridianamente claro: Kutxabank está haciendo todo lo que puede y realizar más esfuerzos de financiación de nuestras empresas sería poner en peligro su solvencia y su independencia.

Damos por supuesto que el presidente de Kutxabank es consciente de la gravedad de sus afirmaciones. Porque si es cierto que Kutxabank está al límite de su capacidad de financiación, alguien debería explicar cómo es posible que, siendo esto así, se hayan adoptado durante los dos últimos años las decisiones estratégicas que se han adoptado: Adquisición de CajaSur; política «expansiva» destinada a convertir a Kutxabank en «un gran banco»; e intentos de adquisición de entidades insolventes como CAM, CCM o Catalunya Bank.

Como decimos, si es cierto que Kutxabank no financia las pymes «porque no puede hacerlo por estar al límite de sus posibilidades», alguien debería explicar cómo ha sido posible que se pusieran en marcha todas estas actuaciones «estratégicas» y que, como consecuencia de las mismas, no se hayan producido dimisiones o ceses de ningún tipo. Recordemos que, en una primera instancia, el fondo para financiación de pymes propuesto por Confebask y el Gobierno vasco puede ascender a 600 millones de euros. Frente a esto, Kutxabank ha «invertido» 1.000 millones en CajaSur., de ellos 200 millones en diciembre de 2012.

Sería interesante que la dirección ejecutiva de Kutxabank nos explicara cómo puede la sociedad vasca creer en este tipo de argumentaciones y cuál es la autoridad moral para utilizarlas que pueden tener quienes han protagonizado la deriva institucional y estratégica de estos dos años. Según las informaciones disponibles, hasta ahora ningún ejecutivo de Kutxabank ha dimitido o ha sido cesado por haber propuesto la decisión de invertir en CajaSur por parte de una entidad como Kutxabank que está -según se dice- al límite de sus recursos. Ni tampoco ha sido nadie cesado por haber impulsado, en estas circunstancias, la adquisición de la CAM, CCM o Catalunya Bank, cualquiera de los cuales hubiera supuesto no solo la destrucción de la solvencia de Kutxabank sino la del conjunto de la economía vasca.

Por lo menos, ahora sabemos que dilapidar los recursos de Kutxabank -y dinamitar el sistema financiero vasco- mediante la adquisición de grandes entidades financieras insolventes no es una imprudencia y qué si lo es destinar estos mismos recursos a inversiones. Aunque ya lo hemos citado anteriormente, no hay más remedio que volver a hacer referencia a lo sucedido con respecto a la decisión de Kutxabank -hace aproximadamente un año- de no acudir a los recursos ofrecidos por el Banco Central Europeo (BCE) a los bancos mediante préstamos a tres años al 1% de interés.

Si realmente Kutxabank estaba al límite de sus posibilidades, alguien debería explicar por qué no se recurrió a estos préstamos que podrían haber supuesto para la economía vasca hasta 6.000, 8.000 ó 10.000 millones de euros de financiación. Y, si fue un tremendo error estratégico, alguien debería explicar las razones por las que nadie ha dimitido o ha sido cesado por un error de tal dimensión, tanto para la propia Kutxabank como para el conjunto de la economía y de la sociedad vasca.

Claro que todo esto puede quizás comprenderse a la luz de otros comentarios de la misma entrevista, que dan a entender que, para los actuales ejecutivos de Kutxabank, esta entidad no es sino «un banco más» que no tiene por qué comprometerse con nuestra sociedad y con nuestra economía más de lo que se comprometen otras entidades. En definitiva, ya no es «nuestra» entidad financiera, sino exclusivamente««suya» -¿de quién o quiénes?- y, por lo tanto, tienen las manos libres para invertir dónde y cómo quieren, y para cometer los errores estratégicos que entiendan conveniente cometer, sin que nadie pueda exigirles responsabilidades por ello.

Desde el punto de vista positivo, podríamos entender que estos comentarios clarifican una situación estratégica ciertamente confusa en la que, en función de la imagen a transmitir en cada caso, se presentaba la situación de Kutxabank bien como «al límite» o bien como extraordinaria y con capacidad excedente de recursos y de inversión. Si esta línea argumental se mantiene cara al futuro, sabremos todos a qué atenernos.

Desgraciadamente, la deriva estratégica e institucional de Kutxabank, -y, con ella, la del conjunto de la economía vasca- ha sido posible, en buena parte, por la falta de capacidad crítica de una buena parte de la clase política vasca y de la casi totalidad de los medios de comunicación, para los que hablar de Kutxabank sin una permanente adulación de la entidad y de sus máximos ejecutivos resulta algo impensable. Mientras esta actitud continúe no será fácil corregir el enorme error estratégico que para nuestra economía han supuesto los dos últimos años de Kutxabank.

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