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IBILIZ IBILI | Jesús Mª Alquézar

Las montañas del circo de Arantza por Putzubeltzeko erreka

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La montaña vasca, muy humanizada, casi toda balizada y señalizada, aún guarda rutas secretas, espacios naturales para el descubrimiento donde la aventura es posible, y el espíritu del derecho a perdernos, a dudar, aún se mantiene, tal como en montañeros de las generaciones que nacieron en los 50 del siglo pasado. Esta sugerencia os lleva al pueblo navarro de Arantza para alcanzar las cimas de las montañas del circo en el pico Ekaitza, a través de un itinerario escondido, que sigue la caída del agua de Putzubeltzeko erreka, en un escenario inverosímil e incomparable de cascadas y saltos de agua, algunos de considerable altura.

Se trata de un recorrido por un misterioso bosque siguiendo un camino milenario que lucha por no desaparecer. En Arantza se sigue por la Beheko karrika, herriko plaza y la Eliza, para descender por camino enlosado, una especie de calzada rural, que pasa bajo dos túneles puentes hacia el fondo del barranco, en busca de la erreka citada, que algunos llaman Arruzpi.

Tras cruzar el puente rústico el excursionista se inclina a la izda para toparse con un canal, cubierto de losas, que le permite progresar tranquilamente a media ladera, pese a su estrechez. Es un balcón mirador sobre el barranco, por donde discurren las saltarinas aguas de Putzubeltz. Al inicio, un túnel tallado en la roca obliga al montañero a pasarlo en cuclillas. La plácida acequia llega hasta una pista, se cruza el río colocándose el deportista en la orilla dcha, donde finaliza el conducto y se asientan los perdidos caseríos Telleri e Ibarrola. Y aparece la primera gran catarata de Putzubeltz, con un chorro de agua impresionante que supera los 10 m.

Los excursionistas se encuentran sumergidos en un exuberante bosque de especies autóctonas. Se continúa por camino indefinido, pero claro, hasta encontrar una nueva pista recuperada en ascenso y, en el momento preciso cuando empieza a separarse del río, se debe pasar nuevamente a la orilla izda-dcha (cairn), y es entonces cuando el aventurero penetra en un intenso recorrido que, sin descanso, siguiendo una insospechada senda de carboneros (las continuas plataformas lo confirman), con numerosos lazos, salva un muro increíble, muy entretenido, pues se progresa en un continuo cuadro de cascadas de diferentes tamaño, destacando dos enormes, y otras mas pequeñas en los diferentes brazos del rio, que acompañan continuamente al montañero.

La senda desemboca en una pista y a la izda la ruta se suaviza para llegar a una concentración de bordas de cazadores, ya cerca del collado cimero a donde se llega, pasando antes por otra txabola característica verde. Ahora hacia el E, izda, siguiendo la estrecha cresta pero por firme senda, los deportistas alcanzaran la brillante y cercana cima del Ekaitza y, siguiendo el inconfundible cordal, se acercaran rápidamente hasta el Mendieder. A la dcha queda el Mendaur y su vecino embalse.

Una vez en la cumbre de Mendieder se inicia el cierre del circo. Los mendizales enfilaran por excelente senda la línea de los altos al Sur, por Mairaburutzeta, teniendo siempre Arantza al fondo del valle como referencia. Se topará con las balizas del PR NA 14, con señalética, que no se siguen. Continuando por las cotas cimeras, pasarán primero por Artxamana con cruz de piedra y Bula con aska, donde el excursionista iniciará el rápido descenso por el lomo del evidente espolón a la izda al NW, recuperando las marcas blanquiamarillas y entrando en Arantza por el cementerio.

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