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LA CRISIS GRIEGA ADAPTADA A LA NOVELA NEGRA

«Modificar la mentalidad de la gente es algo que necesita un largo camino»

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Antonio CUESTA

No fue su trabajo con el realizador Theo Angelópulos, fatalmente desaparecido el pasado año, sino su serie de novelas policiacas protagonizadas por el comisario Kostas Jaritos lo que le ha catapultado a la fama. Aunque los primeros libros traducidos al castellano datan de 2008, la publicación de la denominada «Trilogía de la crisis» ha multiplicado sus lectores al haber sabido conjugar, con ironía y humor, la crónica del desastre griego con las intrigas criminales que debe resolver su protagonista. En el arranque de la serie («Con el agua al cuello», Tusquets, 2011) las víctimas son banqueros y financieros con un pasado poco claro, que resulta ser bastante turbio en lo que respecta a sus obligaciones con la Hacienda griega y a sus contactos empresariales con el poder político. En el segundo de los libros («Liquidación final», Tusquets, 2012) se presenta el «Recaudador nacional», un asesino que consigue cobrar elevadas sumas de dinero a grandes defraudadores, chantajear a la policía y ganarse la simpatía de la ciudadanía griega. La última entrega («Pan, educación y libertad», sin fecha prevista de publicación para los lectores hispanos) sitúa al comisario Jaritos a principios de 2014, en una Grecia que ha vuelto al dracma, y con un tremendo vacío de poder al haber caído el gobierno y hallarse en quiebra tanto el Estado como los bancos.

Usted estudió economía en Viena, ha trabajado como traductor y guionista de televisión, ¿cómo se le ocurrió iniciarse en las novelas policiacas?

Comencé ya mayor, en 1995, con 58 años. En 1993 estaba escribiendo guiones para una serie de televisión que se llamaba «Anatomía de un crimen», y que tuvo bastante éxito durante tres años. En ese tercer año, apareció en mi imaginación una familia de tres miembros: un hombre, su mujer y su hija. En aquel momento no supe que hacer con ellos. Me tomó algo de tiempo llegar a comprender que se trataba de la familia de un policía. De ese modo comencé a escribir una serie de novelas policiacas cuyo protagonista principal fue el comisario Kostas Jaritos.

¿Considera la novela negra una buena herramienta literaria para realizar denuncia social?

Esta tendencia es un rasgo característico de la novela negra mediterránea, que comenzó en los sesenta con los libros de Leonardo Sciascia y siguió con las de Manuel Vázquez Montalbán. Hoy este tipo de literatura, con una larga tradición en el género, cuenta para su trama con el delito como punto de partida para la crítica social y política. En este sentido, se acerca a la novela burguesa del siglo XIX.

¿Qué parte hay de realidad y cuánto de inventado en sus novelas?

Digamos que son una ficción construida sobre fragmentos de realidad. La Atenas de mis libros es verídica y algunos de los personajes están muy relacionados con personas de carne y hueso. También parte de la trama se basa en hechos reales.

El protagonista de sus historias, el comisario Kostas Jaritos, es un policía honrado, perspicaz y un tanto resignado en su vida ¿es un arquetipo del ciudadano griego medio?

La familia de Jaritos comparte características con un cierto tipo de personas cuyos orígenes no son urbanos, sino que pasaron su infancia en el medio rural. Una gran parte de la clase media ateniense son emigrantes que llegaron a la ciudad en los años cincuenta después de la guerra civil.

Aunque en su última novela publicada en castellano (Liquidación final, Tusquets 2012) usted desaconseja imitar los hechos narrados ¿no tiene miedo de que alguien tome ejemplo del «Recaudador nacional»?

Bueno, espero que por una vez las autoridades en Grecia actúen rápido contra los evasores fiscales antes de que aparezca algún «recaudador» voluntario. El verdadero peligro está en otra parte. Si el Estado rehuye usar su poder, entonces algunos «libertadores» podrían surgir de la nada. El partido neonazi Amanecer Dorado ha aumentado su influencia debido a que el Estado carece de una política adecuada para el problema de la inmigración.

Sin llegar a tomar tan drásticas medidas contra la clase política, ¿les queda a los ciudadanos griegos otra solución que no sea la de manifestarse en las calles y que tantos quebraderos de cabeza genera al comisario Jaritos?

¿Cómo espera que la gente logre alguna solución satisfactoria? Dependen de la clase política para poner en práctica resoluciones de ese tipo. Sin embargo, lo único que ha habido durante los últimos tres años han sido drásticas medidas que hicieron aumentar el sufrimiento de los ciudadanos, que se hallan sin ninguna perspectiva y sin ver salida a esta tragedia.

En alguna ocasión usted ha dicho que «los griegos han perdido el control de su sistema político, están secuestrados por un sistema al que no se pueden enfrentar y no pueden cambiar», ¿realmente no hay alternativas?

Bueno, se perdió el control del sistema político porque durante 24 años -de los 38 que pasaron desde que cayó la dictadura militar- se mantuvo en el poder a miembros de dos familias: los Karamanlis y los Papandreu. Somos responsables de nuestras decisiones y elecciones. El problema es que nuestra vida puede cambiar de la noche a la mañana, sin embargo modificar la mentalidad de la gente es algo que necesita un largo camino.

La clase política dirigente asegura que la solución pasa por permanecer en la Unión Europea y la zona euro, sin embargo muchos economistas críticos argumentan que la única salvación, como en el caso de Argentina, pasa por tener una moneda propia y libertad de acción ¿cuál es su opinión?

Todo esto se asemeja bastante a un laberinto. Si te encuentras ante su entrada nadie te obliga a ingresar en él. Pero una vez que estás en su interior no se puede decir: «mira, no me gusta estar aquí, así que me voy», porque no se puede encontrar el camino de salida.

Los diferentes gobiernos no cesan de anunciar las ultimas medidas de austeridad, pero siempre hay una nueva vuelta de tuerca ¿no se parece esto demasiado al mito de Sísifo?

No sé qué sucede con los gobiernos de otros países, pero uno de los principales problemas en Grecia es que los políticos nunca dicen la verdad completa al pueblo, siempre intentan calmarlo con falsas promesas. El efecto ha sido que las medidas [de austeridad] han encontrado a la gente desprevenida, y las han recibido como un golpe sobre sus cabezas.

¿Cuál es el problema de los partidos políticos para que ninguno pueda reunir un amplio apoyo pese al enorme descontento social? ¿No hay otro camino que dé más protagonismo y verdadero poder a los ciudadanos?

El verdadero problema se encuentra en el falso optimismo creado sobre mentiras, repetido en numerosas ocasiones, y que ha llevado a la gente tanto hacia la extrema derecha y como hacia la izquierda radical. Y votan por estos partidos, no porque realmente piensen que cuentan con un plan para salir del actual desastre, sino movidos por la rabia y la frustración y porque no ven ningún remedio a su desesperada situación.

Usted ha repetido en distintas ocasiones que la crisis no es solo financiera sino también de valores ¿qué ha perdido la sociedad griega además de una buena parte de sus ingresos y la totalidad de los créditos?

Grecia ha sido a lo largo de su historia un país pobre pero con un alto nivel cultural y de valores. La riqueza virtual de los últimos treinta años llevó a la gente a tirar por la borda tanto sus principios como sus penurias pues pensaban que eran parte de una pobreza que ya daban por finalizada. Ahora tenemos de vuelta a la pobreza, pero sin sus valores.

Cómo ve el futuro del pueblo griego y qué esperanza nos queda a los países del sur.

No nos dejemos llevar por las ilusiones. Esta crisis va a durar y su desenlace ni será sencillo ni está garantizado. La razón es que no contamos con un sistema político capaz de hacer frente a la crisis de una manera eficaz, ni a nivel nacional ni a nivel de la Unión Europea.

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