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LITERATURA

Pepitas de calabaza: «Había que darle voz a la heterodoxia»

Hace más de cinco mil días, en una ciudad de provincias llamada Logroño, nació Pepitas de Calabaza con la intención de publicar los libros que les gustaba leer y que querían que otros amigos leyeran.

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Alvaro HILARIO

Calabaza, se acaba un nuevo día y, como todas las tardes, quiero despedirme de ti. Quiero despedirme y darte las gracias por seguir aquí con nosotros. Tú que podías estar en la mesa de los ricos y los poderosos, has elegido el humilde bancal de un pobre viejo para dar ejemplo al mundo. Yo no puedo olvidar que en los momentos más difíciles de mi vida -cuando mi hermana se quedó preñada del negro, o cuando me caparon el hurón a mala leche-, solo tú prestabas oídos a mis quejas e iluminabas mi camino. Calabaza, yo te llevo en el corazón».

Estas palabras de «Amanece, que no es poco» inauguraban, hace más de cinco mil días, una pequeña aventura editorial, que «se ha convertido en una gran aventura vital, llamada Pepitas de Calabaza Ediciones. Y, con unas cuantas canas más en la cabeza, casi cien títulos a la espalda y la calabaza llena de pepitas, continuamos fieles a las mismas ideas que nos empujaron a ponernos en marcha: abrir las puertas y ventanas de una casa que, a nuestro juicio, llevaba demasiado tiempo sin ventilar: la crítica social, radical y sincera», relata Julián Lacalle, fundador y alma mater de la editorial riojana.

Aunque el proyecto fue puesto en marcha por Julián Lacalle, de manera inmediata muchos amigos abrazaron la idea como propia. En la actualidad, son dos las personas que se ocupan del día a día de la editorial, pero a su alrededor hay al menos tres decenas de personas ayudando de una manera u otra.

«Pensábamos que había lagunas en la edición en castellano, y precisamente esas lagunas eran los libros que nos gustaba leer y que queríamos que otros amigos leyeran. Había que darle voz a la heterodoxia; había que darle armas a la crítica radical y sincera; había que refrescar el pensamiento; había que escuchar a las voces disidentes, a las voces sin dios ni amo», dice Julián, explicando el por qué de la editorial.

Ese ventilar la casa, esa crítica, se reflejan en el catálogo en forma de narrativa y ensayo. «El nuestro es un catálogo difícilmente encasillable a primera vista. Pero tiene unas líneas maestras muy claras. Es un catálogo compuesto por voces únicas y díscolas. Voces de personas únicas e irrepetibles y por eso mismo muy valiosas e imprescindibles», señala Lacalle. «Nos hemos tomado un especial interés en la crítica de la política -en tanto que lenguaje de la Economía y el Estado- y hemos abrazado el humor como seguro de vida. Y, a grandes rasgos, hemos incidido en dos líneas de trabajo: el ensayo (donde conviven tanto los documentos de la guerra social como esos documentos del conflicto individual que son los diarios) y la narrativa (en donde hemos prestado especial atención a las vidas de individuos singulares, geniales, pero con frecuencia siempre a desmano)».

Pepitas de Calabaza es una editorial cuyos productos se caracterizan -amén de por sus contenidos- por ofrecer unas muy cuidadas ediciones: «Siempre hemos buscado hacer del libro un objeto, además de iluminador, cómodo y bello. Y por eso cuidamos tanto los textos como los aspectos gráficos de la edición. Por eso, en ocasiones nuestros libros aparecen ilustrados».

Los libros de Pepitas de Calabaza están disponibles en cualquier librería, aunque, como puntualiza Julián, en especial en aquellas que «cuidan la selección de libros que ofrecen».

Además, también se pueden encontrar en algunos centros sociales y locales de colectivos o asociaciones. «Tratamos de llegar a todos los sitios donde interesan nuestros libros», puntualiza.

La distribución acostumbra a ser uno de los mayores problemas con los que se encuentran proyectos editoriales independientes. Julián opina al respecto: «Es un asunto difícil lo de la distribución, pero, principalmente, lo es por la sobreproducción que existe (y, evidentemente, por los intereses económicos). Esto hace que muchos libros malos tengan un buen espacio en librerías y que muchos libros buenos pasen completamente desapercibidos».

El libro electrónico, otra forma de difundir su trabajo, está en la agenda de la editorial: «La verdad es que no lo utilizamos mucho. Pero tenemos pensado editar nuestros libros también en ese formato. Aunque nuestra apuesta es el papel: queremos que de determinados textos haya buenas ediciones en papel. Es decir, en el libro de toda la vida. El libro es un artefacto de demostrada eficacia y utilidad».

 

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