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Iker Bizkarguenaga | Periodista

Suelo ético

Cuando ayer a mediodía me llamaron para decirme que Xabier López había muerto, me vino, como un flash, la siguiente frase: «la única responsable de retrasar el afianzamiento de la paz en Euskadi es ETA». Es la respuesta que el PNV dio al último -hasta hoy- comunicado de la organización armada. Luego también me vineron a la cabeza otras cosas que no voy a reproducir en estas líneas porque son irreproducibles. Lo son si uno quiere seguir trabajando en este oficio.

No pensé en todos esos profesionales del dolor que a buen seguro iban a celebrar la enésima muerte causada por la política penitenciaria francoespañola, más dura que la española de Franco. Una sospecha que fue confirmada después en unas redes sociales que hacían pornografía del sufrimiento. Muchos demócratas se retrataron ayer.

Tampoco me vino a la cabeza ninguno de los portavoces del PP o del PSE, ni siquiera Gorka Maneiro, y eso que mi cabeza pedía a gritos que vinieran.

No, me vino esa malhadada frase, con su reconocible copyright jeltzale, y luego recortes de prensa que hablaban de Angel Figeroa, Jabi Martínez, Xabier Aranburu, Oskar Barreras, Arkaitz Bellon, y que asomaban como penúltimas notas de una macabra sinfonía que Madrid y París tocan a ritmo de chotis.

Ayer también me acordé de Santi, de Dibi, de Peli y de tantos otros, para a continuación volver a oír, como un fantasma que regresa del pasado, a Joseba Egibar dando su versión de las bondades de la dispersión. Un Egibar que ha pasado de delfín de Arzalluz a piraña de Urkullu con pasmosa resignación.

También recordé cómo hace siete años alguien quiso brindar en Madrid por el fallecimiento de Igor Angulo, y no pudo hacerlo solo porque Txema se lo impidió, ante la impasible mirada de los policías. Hoy, aquel que quería celebrar la muerte, acude a Estrasburgo a pedir que mantenga esa doctrina tan injustamente llamada y que tanto daño está causando, mientras el vasco que evitó su brindis está preso, por «terrorista».

Me acordaba de todo esto y no podía olvidar el pacto que el partido de Egibar y de Urkullu acaba de alcanzar con quienes seguramente comparten el mismo «suelo ético» que quien quiso festejar la muerte de un preso. Suelo ético no se si tendrán, pero la dignidad y la vergüenza de algunos está por los suelos.

Juanma eta familia, gaur inoiz baino gahiago zuen ondoan gaude. Besarkada handia.

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