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Samira E. | Alumna en un euskaltegi

Crónica de una marroquí euskaldunizándose

 

De nacionalidad franco-marroqui, y viviendo en un herri txiki de Euskal Herria de manera continua desde 2010, me costó mucho adaptarme al pueblo. Idioma diferente, costumbres diferentes, un frío tremendo. ¿Qué hago aquí? Deprimida y soñando con un billete de ida sin vuelta a la costa del sol, he tenido la suerte de conocer a gentes maravillosas que te hacen ver el Pais Vasco de manera diferente. Una de ellas Maitane, que me dio un consejo. Si quieres entender nuestras costumbres, nuestra vida, nuestras alegrías, nuestra fuerza y ser aceptada totalmente aquí, aprende el euskera.

Hay que hacer algo. Ikasi.

Supuse -muy equivocadamente- que sería fácil aprender el euskera. Hablo varios idiomas, mi oído se ha hecho a las entonaciones cálidas del castellano, del árabe y del berebere, y a las entonaciones frías del francés y del inglés. Pero me parece que mi oído es totalmente reticente al euskera. Me desconcierta. Pero soy muy testaruda y me encantan los desafíos. Con el apoyo de mis amigos vascos, de las clases de euskera con AEK y de mi hija, voy abriéndome camino paso a paso en este idioma tan diferente.

Mi niña, que ya está en la haurreskola, me ayuda sin saberlo. Lo mas bonito de todo eso fue durante estas navidades. Me fui a Marruecos con ella. Ella, la muy lista, con total normalidad, mezclaba el euskera y el berebere con la familia. Egun on, agur, txakurra, ura, eseri, polita y un poco más.

En un herri txiki de bereberes de Marruecos, saben que la niña no habla spañoliya (el español). La gente de mi pequeño pueblo se ha adaptado a su forma de hablar y se comunican con ella en berebere/euskera. Suena muy extraño de repente oír natho txakurra, que significa mira el perro. Me entra una emoción difícil de describir.

Me sorprendió más cuando, en lugar del tradicional salam ailikom o bisalama, mi familia y los del pueblo, se despidieron de ella con el «aguuurrr». El egun on les cuesta un montón y sale más a eguloon. Con una acento tan... tan... berebere que cada vez que lo dicen, me cuesta un montón parar de reírme. El perro guardián de la casa llamado antes koukes, ya no responde a ese nombre y ha sido rebautizado txakurra, eso sí, por toda la familia.

Lo más curioso fue ver mi niña de 30 meses que cuando su abuela o su tía le preguntaban si quería ura o dónde está el txakurra, ella contestaba con semblante serio ez, ez, ez tzakurra, txa-ku-rra.

La niña de mis ojos se está euskaldunizando. Su madre también. Así que os invito a empezar siempre una conversación en euskera con toda la gente -inmigrantes incluidos- y solamente pasar a otro idioma con el interlocutor al idioma que tengáis en común (inglés, castellano, francés...) cuando no os podáis comunicar.

Y yo, aprenderé el idioma porque simplemente es lo que haría si me encontrara en cualquier otro país. No vale que esté en la comunidad autónoma vasca de España y de que aquí se habla también el castellano. Porque aquí, en Euskal Herria, el euskera debería ser el vehículo de comunicación natural.

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