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«El partisano Johnny», la gran novela sobre la Resistencia italiana, llega a las librerías

Sajalín Editores, acaba de publicar en castellano, esta novela de Beppe Fenoglio que, desde su aparición en 1968, está considerada una de las obras magnas de la llamada «literatura partisana», todo un género literario en Italia, con escasa difusión fuera de sus fronteras.
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Apesar de las muchas afinidades culturales que existen entre ambos territorios, la literatura italiana contemporánea no deja de ser una gran desconocida por estos lares. Cierto es que han trascendido algunos autores prolijamente editados (Cesare Pavese, Curzio Malaparte, Natalia Ginzburg, Giorgio Bassani, Dino Buzzati o Leonardo Sciascia) pero hasta fechas muy recientes en que pequeños sellos independientes como Gadir, Barataria, Errata Naturae o Sajalín han rastreado en la producción literaria italiana de los últimos sesenta años con vistas a nutrir sus respectivos catálogos, muchos de los autores más notables del país transalpino permanecían inéditos en castellano. E ignorando la literatura de un país se termina por ignorar su propia cultura y su propia Historia.

Prueba de ello es la escasa presencia que en el mercado editorial castellano-parlante existe sobre la llamada «literatura partisana» cuando la resistencia contra el fascismo nutrió buena parte de la narrativa italiana posterior a la II Guerra Mundial. De hecho, hubo autores que consagraron por entero su experiencia literaria a narrar la huella que dejó, de manera singular sobre sí mismos, y de un modo general sobre el proyecto político italiano, la lucha guerrillera antifascista.

Entre estos destaca Beppe Fenoglio (1922-1963) de quien el pasado mes de febrero se cumplió el 50 aniversario de su fallecimiento. Coincidiendo con la efeméride Sajalín editores acaba de publicar en «El partisano Johnny», obra maestra de este escritor y una de las novelas más importantes de la narrativa italiana. Publicada en 1968, son varias las razones que pueden explicar por qué ha encontrado tan escasa difusión fuera de Italia.

En primer lugar, está el carácter no definitivo de la obra con un final abierto, quién sabe si intencionado o no, y una escritura muy particular donde pesa más la búsqueda de una satisfacción estética y existencial antes que comunicativa. Esto se demuestra, sobre todo, en la utilización de un léxico donde se incluyen muchas expresiones en inglés, bien expuestas en su pureza, bien maridándolas con un italiano de ascendencia piamontesa en el deseo de renovar un idioma que, para su autor, estaba contaminado de retórica fascista tras más de veinte años de dictadura. El hecho de que Beppe Fenoglio no preparase nunca el manuscrito para enviarlo a una editorial refuerza la idea de que estamos ante un texto en bruto, producto de la imperiosa necesidad por expresarse que sintió su autor al redactarlo, evocando, por personaje interpuesto, su propia experiencia como partisano en las altas colinas del Piamonte entre 1943 y 1945.

Sin embargo, sería un error pensar que estas características convierten a «El partisano Johnny» en una suerte de novela experimental de más de seiscientas páginas. Lo que no es, desde luego, es una narración épica, tampoco una epopeya, pese a su extensión y a la fuerza argumental que atesora el tema. Estaríamos más bien ante lo que los alemanes denominan «Bildungsroman», es decir una suerte de relato de iniciación que nos muestra el tránsito a la madurez de su protagonista, sin que, en este caso, dicho proceso venga dado por la evocación del transcurrir del tiempo propiamente dicho y sin quedar ajustado a un canon de representación realista en un sentido estricto. La aventura vital emprendida por Johnny, desde su huida de la casa que le alquilan sus padres para que se esconda tras desertar de un ejército en dispersión hasta su conversión en ángel de la muerte abstraído de la defensa de cualquier ideal y credo, únicamente comprometido con la propia supervivencia bajo la consigna «matar o morir», se nos presenta en clave introspectiva e incluso poética, primando el subjetivismo a la hora de evocar las percepciones y sensaciones de aquél a quien la lucha contra el fascismo le empuja a convertirse en un solitario.

Resulta apasionante, con todo, la profusión de perfiles que aparecen en la novela como testimonio de un tiempo y un país donde la transición entre romanticismo y pragmatismo se consumó en mitad de un conflicto fratricida donde, al menos, cada quien tenía claro el papel a desempeñar ajustando su conducta a una escala de prioridades que, con el paso del tiempo, se fue diluyendo entre abandonos y traiciones. Así por ejemplo se nos muestra la fractura que dentro de las huestes partisanas había entre las Brigadas Garibaldi (comunistas) y los badoglianos (monárquicos) del protagonista.

Asimismo resulta muy interesante el modo en que Fenoglio da voz a la población civil en su apoyo condicionado a la lucha partisana, mostrando su frustración, su miedo y su hartazgo ante la perpetuación de un conflicto donde la aleatoria acusación de colaboracionistas les condenaba, sin remisión, ante un eventual fortalecimiento de las huestes fascistas en aquellas colinas, repletas de espías e informadores a tiempo parcial.

Estamos, por lo tanto, ante una obra poderosísima en estilo, forma y contenido al que su carácter de narración sin pulir, lejos de perjudicarla, la enaltece como expresión sincera de unas emociones yuxtapuestas y divergentes a partes iguales a partir de una experiencia única, de esas que marcan, y en algunos casos lastran, toda una vida. La de Beppe Fenoglio fue corta pero muy productiva en lo que se refiere a creación literaria. Para este otoño, la editorial Sajalín tiene previsto sacar al mercado sus cuentos completos, muchos de los cuáles evocan también la lucha de la Resistencia, un concepto que, en nuestros días, goza de pleno vigor.

Jaime IGLESIAS

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