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En caída libre, el presidente francés anuncia una ofensiva en Europa

Vilipendiado a diestra y siniestra en una Francia noqueada por una crisis total (económica y política), François Hollande ha optado por repetir la vieja táctica de sacar los trapos sucios fuera de casa. Y consciente de que no le conviene ser cabeza de ratón (de los países del sur de Europa), ha optado por intentar convencer a Alemania de que si la muy tocada «grandeur» francesa se cae, arrastraría tras ella a Berlín.

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Dabid LAZKANOITURBURU

Con una popularidad por los suelos y más debilitado aún por la entrada en recesión de la economía francesa, el presidente François Hollande se comprometió ayer a arrancar el segundo año de su mandato con una ofensiva «para sacar a Europa de su apatía».

Ante cientos de periodistas y con su criticado Gabinete en pleno en un lado de la sala de celebraciones de el Elíseo, Hollande defendió su primer año al frente del Estado, un annus horribilis en el que su popularidad está en el índice más bajo que haya conocido nunca un presidente francés en los albores de su primer mandato. Caída libre que bajó nuevos peldaños ayer tras situarse el miércoles en rojo todos los indicadores económicos. La entrada oficial del Estado francés en recesión se suma al récord de paro registrado el pasado marzo.

Hollande prometió invertir la curva descendente del empleo a finales de año pero reconoció que «la batalla no se ganará más que si a largo plazo vuelve el crecimiento económico».

En la misma línea reformista liberal, el inquilino del Elíseo insistió en que «todo no puede ser proveído por el Estado (...) y debemos acercarnos al sector privado y a los capitales exteriores». Toda una asunción de debilidad que contrasta con el nudo gordiano de su segundo discurso solemne desde que asumió el cargo en mayo de 2012. Y es que Hollande parece decidido a buscar la perdida grandeur más allá del Hexágono. «Si Europa no avanza, se borra del mapa del mundo, del imaginario colectivo. Es hora de darle un nuevo impulso, y mi deber es liderar ese reto», sentenció ambicioso. Una ofensiva francesa ante la UE que consistirá en ofrecer a Alemania avanzar en la aún pendiente unión política para cerrarla en 12 años, independientemente de quién esté en el gobierno.

«Si Alemania quiere, Francia está dispuesta a avanzar», anunció Hollande, quien concretó que propondrá instaurar un gobierno económico de la zona euro que se reúna con periodicidad mensual, con un presidente con poderes y de larga duración.

El presidente galo insistió en situar al Estado francés al mismo nivel que Alemania, algo que la realidad de los últimos años se encarga tozudamente de negar. «La canciller (Angela Merkel) sabe bien que debemos avanzar. Si fracasa la idea de Europa, Francia y Alemania serán los más perjudicados», recordó, en un intento de convencer a Berlín de que, evidentemente, perdería su posición preeminente en la UE si esta salta en pedazos.

Hollande se agarra así al clavo ardiente de Alemania para tratar de sacar la cabeza y de evitar lo que muchos le piden: un giro total, incluido un nuevo Gobierno o, simplemente, que se vaya.

EXTRANJEROS

Hollande prometió que la ley para dar derecho a los extranjeros a votar en las elecciones locales se presentará tras las municipales de 2014. Se trata de una promesa de la izquierda incumplida en los últimos 30 años, desde la era Mitterrand.

HOMOSEXUALES

Aseguró a su vez que, una vez que el Consejo Constitucional se pronuncie sobre ella, promulgará la ley que reconoce el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. Reivindicó para ello la igualdad como base de la República.

suicidio

Un hombre de unos 50 años se suicidó al volarse la cabeza disparándose con una escopeta de cañón recortado en una escuela en París ante la mirada de una decena de menores de cerca de 6 años de edad. Hollande se refirió en su discurso al luctuoso suceso, sobre el que no había versión oficial.

Alemania promete no criticar «en público» al Estado francés

El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, prometió ayer que su Gobierno «no criticará públicamente a Francia», aunque se reserva el derecho de «hablar de forma abierta» y en privado con las autoridades galas sobre eventuales discrepancias.

En la misma línea, la propia canciller Angela Merkel desmintió que existan diferencias insalvables con París y, de hecho, calificó de «buena» su relación con Hollande. Las relaciones bilaterales reposan «sobre una base muy sólida», lo que no quiere decir que no existan «divergencias» puntuales.

Merkel, que instó a París a emprender las reformas «necesarias para recuperar la competitividad», defendió la «importancia existencial» que tiene el Estado francés para la zona euro.

La canciller restó importancia a las últimas críticas en su contra pronunciadas por el PS francés y apuntó que tanto el Estado francés como Alemania son democracias en las que los miembros de cada partido pueden «expresar lo que piensan (...) Me reprochan que sea egoísta, pero no lo soy. Alemania no irá bien si toda Europa no va bien», insistió Merkel.

El Gobierno francés tomó distancias con el proyecto de texto del PS, filtrado a la prensa hace varias semanas y en el que arremetía contra la política europea «egoísta» de Alemania. No obstante, la imagen de una relación franco-alemana armoniosa, que ya estaba seriamente deteriorada por la pérdida de peso francés, perdió aún más lustre. «Entre ser rivales irreconciliables y ser uña y carne hay posiciones intermedias», sentenció expresiva la canciller alemán. GARA

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