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l'humanité.fr | Editorial 2013/5/15 (Traducción:GARA)

La cultura, una excepción fundamental

«Un poeta, y todo será salvado», decía Jean Vilar. El creador del Festival de Avignon ha luchado toda su vida por la creación de un servicio público de cultura tan fundamental para la civilización como el agua, el gas o la electricidad. Él decía a su manera que la cultura merece inversión y debe mantenerse lejos, muy lejos del espíritu comercial, de las normas contables, de la lógica del mercado.

En la apertura del Festival de cine de Cannes, los realizadores han tenido un papel destacado en la defensa de una concepción de la cultura que no se resigna ante las fuerzas del mercado. La demanda firmada por los más grandes directores -«La excepción cultural no es negociable»-, ha disparado las alarmas y ha alimentado un movimiento que podría evitar que Europa caiga en la tentación de la liberalización de la cultura.

Hay mucho en juego. Antes del verano, se abrirán las negociaciones oficiales entre la Unión Europea y EEUU para un acuerdo de libre intercambio calificado por José Manuel Barroso como «el acuerdo comercial más grande del mundo». (...) Además de que la Europa social tendría poco que ganar con un acuerdo de libre circulación comercial de bienes y servicios, se incorporan servicios audiovisuales y cinematográficos a las negociaciones. (...)

En tiempos de crisis, ¿qué se debe hacer con la cultura? (...) Cuando el servicio público recula, los intereses privados avanzan y la excepción cultural se apaga lentamente. Todo es una cuestión de concepción. Y podríamos considerar que en estos tiempos de austeridad, la cultura -porque incomoda, pregunta y alienta un pensamiento subversivo esencial para toda civilización- nos permite mantenernos en pie.

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