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RUGIDOS ROJIBLANCOS

Siempre nos quedará el fútbol

 

Benjamín RESPALDIZA | Sacerdote y misionero

Estos días hemos vivido con el fútbol sensaciones increíbles que han llenado hojas de prensa, horas de televisión... y algunos bolsillos. Porque alguien nos hacía recordar que equipos que se acercan a estas competiciones, no tanto de altura sino de volumen, se equiparan al PIB de algunos países africanos. Ponemos el ejemplo de República Centroafricana, con 622.984 k2, 4.692.000 habitantes y PIB de 3.200 millones de euros.

Hay otros países con menos pero no nos vamos a cansar con cifras. Miremos el fútbol y sus cifras en millones de euros: Real Madrid 517; Barcelona, 470, nuestros Athletic, 58; Real Sociedad, 43,50 y Osasuna, 30. Me figuro que todo este dinero del fútbol lo ponen entre las firmas que se promocionan a través de la publicidad, las televisiones que retransmiten, los anuncios, los que pagan la entrada y, creo, algunas instituciones que consideran este deporte como un bien de interés público.

Al leer los datos del barómetro del CIS lo que nos preocupa es el paro, la corrupción, los problemas de índole económico, la preocupación por la clase política, la sanidad, la inquietud por los desahucios, los bancos... Parece ser que el fútbol no es un problema sino, más bien, el aparcamiento de los problemas y conflictos. Porque este deporte, como otros, es un desahogo, une a los diferentes pueblos y estados y nos hace mantener el ánimo bien alto, sobre todo cuando podemos escuchar nuestros himnos y sacar nuestras banderas (creo que la gabarra está oxidada) y estrechar `hermanamientos'.

Pero me pregunto, mantener a estos equipos ¿no sale un poco caro? ¿No nos saca un poco los colores cuando habría que sumar el salario de miles y miles de trabajadores solo para sostener un club? Si en ambientes cada vez más amplios se habla de que `otro mundo es posible', ¿no habría que empezar a plantear, dentro de esta misma realidad, que `otro fútbol es posible'? Se ve justo que, con la crisis, el fútbol de elite evolucione a niveles más humanos, equitativos, razonables. O que haya unos pocos equipos, que ya los hay, de cinco estrellas (en este caso de doce estrellas si incluimos al entrenador) y otros equipos albergues, en los que entran todos los que pasaban por ahí, a donde se lleva la merienda y la bota de vino. Como hace un amigo que tiene un hijo jugando en un equipo y al que le tiene que dar dinero para pagarse los desplazamientos y los bocatas, como muchos que practicábamos aficiones a costa de nuestro propia economía. Porque el deporte no mercantilizado, en sí mismo, es un gran valor y una necesidad.

Pero debo reconocer que en el ámbito futbolístico se aprenden cosas útiles: si un jugador no rinde lo mandan al banquillo o dimiten al entrenador, lo que no sucede con los políticos que se enchufan como lapas al poder. Y como siempre nos han dicho que el fútbol es el deporte rey, y siguiendo los signos del tiempo presente, aunque no lo destronen sí al menos que le bajen el sueldo... me refiero al fútbol, claro.

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