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CRíTICA teatro

Tres montajes vascos en el TAC de Valladolid

Carlos GIL ZAMORA

Desde hace varios años el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco promociona una plataforma de compañías vascas en el Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle de Valladolid. Este año tuvimos la ocasión de revisar los montajes ofertados dentro de una amplía programación de más de sesenta espectáculos. Un lugar propicio, adecuado, entre árboles en el campo Grande, que colaboraba a resaltar el trabajo, “Lana”, de Pez Limbo, obra sin palabras, que juega con los ritmos, las cadencias y frecuencias, que no abandona una estética realista y que nos cuenta una bien hilvanado historia situada en un campo laboral, de trabajo, cotidiano que en ocasiones se fuga por acumulación d acciones a otras características. Cruce de gestualidad, comicidad  y agitación física, en un plano siempre comprensible para todos los públicos.

Organik compareció con “Carneros”, un cuarto de hora explosiva, tensa, con danza y movimientos llevando al límite a los intérpretes. Danza simbólica, técnicamente muy exigente, con una referencia al tope de carneros, sublimado, logrando que los cuerpos de los intérpretes se transformen sin necesidad de buscar una parodia ni acercarse al bestiario, sino estilizando la figura humana en busca de esa referencia. Danza, música, espacio, necesario para explotar todas las posibilidades de la puesta en escena que sufrió constricciones espaciales por el lugar elegido por la organización para su presentación.

La tercera propuesta son un género. Trapu Zaharra, con su “Vive soñando!!”, del que habíamos visto su versión en euskara, y aquí con esa pareja de cómicos que funcionan de manera eficaz por lo civil o lo cómico. La historia de este trabajo forma parte de su viaje interior, de su metalenguaje, de su inmersión en el mundo del propio teatro, de sus muecas y sus situaciones irrisorias. Pero llevado por Santi Ugalde y Txubio Fernández de Jáuregui al territorio de la exigencia de la calle, que se convierte en otro discurso, añadiendo en este caso auto citas, referencias a otros espectáculos, no una revisión de su pasado, sino unos focos sobre el pasado.

En las dos funciones que presenciamos en Valladolid, se juntaron varias anécdotas, la última, coincidencia con un grupo que canta canciones por la paz en el mundo, en el mismo lugar y hora, todos los veinticinco de cada mes... Paradojas del teatro en la calle. Algunos espectadores no supieron discernir entre el teatro y la realidad. Como debe ser. Lo que buscan los “trapus”.

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