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El eco sectario y el factor sirio en la revuelta popular en Turquía

Dabid LAZKANOITURBURU

En su afán por reivindicar los tiempos en los que la Sublime Puerta regía en todo el mundo arabo-musulmán, el neotomano Erdogan quiere bautizar al tercer puente sobre el Bósforo con el nombre «Selim el Valiente».

El apodo al sultán no se lo pusieron sus víctimas, entre ellas la minoría aleví (10-15% de la población), una antigua variante chií heterodoxa hasta casi el agnosticismo. Sus miembros se reparten entre los que añoran el laicismo de Atattürk y los que nutren a la izquierda en Turquía. Pero todos odian el sunismo islamista y empresarial del Gobierno del AKP.

La presencia de jóvenes alevíes en las protestas es notoria. Como ilustrativo resulta que el segundo muerto por la represión se registrara en Hatay, provincia fronteriza turca aleví que fue escenario de protestas contra la implicación turca en la guerra siria a raíz de un sangriento atentado en la localidad de Reyhanli.

Alevíes y alauítas sirios -entre los que se incluye el clan gobernante de los al-Assad- comparten no solo vecindad sino heterodoxia chií.

Quizás la foto de lo que ocurre en Turquía no esté completa sin el factor sirio y su derivada sectaria. El papel turco en la crisis siria es un agravio más para los que protestan. Acaso eso explica que Erdogan se haya apresurado a denunciar una mano extranjera tras la crisis.

No seré yo quien le otorgue credibilidad. Quién mejor para ello que los teóricos de las conspiraciones internacionales liderados por el propio al-Assad. Esos sí son los expertos.

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