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Josu MONTERO | Escritor y crítico

Príncipe

 
 

A lejado en la soledad de un altanero rechazo del mundo histórico contemplado con suficiencia y reprobación»; esto escribió L. Sciascia de su paisano, el anacrónico y venido a menos príncipe siciliano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, autor de una única novela, escrita en sus últimos años, y que no vio publicada en vida. En la Italia de los 50, años de posguerra y neorrealismo, «El Gatopardo» fue rechazada por todas las editoriales. Por «rancia». Hasta que Giorgio Bassani supo ver en ella el formidable alegato de un hombre ofendido ante el espectáculo de un mundo que nunca se porta bien con nosotros; el escéptico reproche a una sociedad emergente acomodaticia, oportunista y deshumanizadora. Eso de «si queremos que todo permanezca como está, hace falta que todo cambie», ha pasado al cielo de las frases afortunadas, pero hay mucha lucidez condensada en la obra. Fue el paradójico comunista Visconti el que la llevó al cine. Lampedusa fue un empedernido lector. Arrastraba por las calles de Palermo bolsas de libros, fruta y calabacines; leía durante horas en los cafés y visitaba a diario sus provincianas librerías. Siempre tenía a mano un libro de Shakespeare que le consolara de los agravios de la realidad. De este moralista descreído, sereno desesperado, han escrito con fascinación Javier Marías o Enrique Vila Matas; refiriéndose a sus textos sobre sus escritores más amados, este último afirma: «Sus eruditas y alegres líneas no cesan de comunicarnos que la lectura puede hacernos sentir dueños del tiempo y que ya solo por eso la pasión de leer debería ser considerada la más envidiable actividad a este lado del paraíso». Lampedusa es uno de los 46 escritores «un poco raros» de los que se ocupa con pasión de letraherido el escritor bilbaino José Fernández de la Sota en el recién publicado «Tiempo muerto», una auténtica gozada.

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