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El sexo y la identidad complican la vida de «Laurence Anyways»

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M.I. | DONOSTIA

Cannes descubrió al niño prodigio Xavier Dolan con «J'ai tué ma mère», que confirmó las mejores expectativas de su temprana ópera prima con «Les amours imaginaires». Su tercer largometraje «Laurence Anyways» obtuvo en la sección Un Certain Regard el Premio a la Mejor Actriz para Suzanne Clément. Después, ya en el Festival de Toronto, fue coronada como Mejor Película canadiense.

El jovencísimo Xavier Dolan es el nuevo Fassbinder, un geniecillo capaz de conectar el clasicismo melodramático de Douglas Sirk con el ideario más rompedor del movimiento queer. No se corta lo más mínimo y goza de una absoluta libertad creativa, que le permite excesos siempre imaginativos y coherentes con su estética desprejuiciada. Se ha debatido mucho sobre la ya famosa lluvia de foulards, pero aporta el colorido, el humor y la locura que le faltan al cine independiente hoy en día.

No en vano «Laurence Anyways» es la historia de amor más loca jamás contada, con el protagonista empeñado en seguir conviviendo con las mujeres a pesar de su cambio de sexo. Un proceso de búsqueda de identidad que se sitúa en el período transitorio entre los 80 y los 90, tal como lo refleja una banda sonora con temas emblemáticos de The Cure, Kim Carnes, Dépéche Mode y Visage. Son casi tres horas intensas e inolvidables.

Estreno

Dirección y Guión: Xavier Dolan.

Intérpretes: Melvil Poupaud, Suzanne Clément.

Fotografía: Yves Bélanger.

Música: Noia.

País: Canadá. 2012.

Duración: 168 minutos.

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